En política, los experimentos significan revoluciones
Benjamín Disreaeli (1804-1881) Político británico
El presidente López Obrador ha anunciado que su propuesta al Senado de la República para la designación del próximo gobernador del Banco de México, será Arturo Herrera Gutiérrez, todavía secretario de Hacienda, y que a esta dependencia llegará Rogelio Ramírez de la O.
En los mercados la propuesta no suena mal. Herrera es un economista serio, reconocido por su aplome a la hora de tomar decisiones, con visión realista, no populista, de la economía. El problema no es él, es su hasta hoy jefe.
¿Por qué?, bueno, porque por ley el Banco de México es autónomo, por tanto, su titular, el gobernador, también lo es. Preservar el valor de la moneda mexicana, a través de controlar la inflación y empujar por una paridad cambiaria lo menos desequilibrada, es su principal objetivo, pero para lograrlo requiere sí o sí, autonomía en sus decisiones. Y resulta que, ya sabemos, lo que menos le preocupa a López Obrador es respetar todo lo que huela a autonomía, y acaso la del Banxico menos que ninguna, porque su visión populista, setentera, le dice que él es el que debe fijar las políticas públicas en materia financiera, porque solo así garantiza que se ajusten a su concepción demagógica del mundo.
El presidente está harto de la autonomía del Banxico y de su titular, Alejandro Díaz de León, que ha sabido decirle no cuanta vez aquel le ha requerido doblarse a sus exigencias. ¿Herrera sabrá decirlo no a López Obrador cuando éste le “ordene” que ajuste sus políticas en beneficio de la 4T, como por ejemplo utilizar el dinero “sobrante” de sus operaciones anuales? Ya se lo pidió a Díaz de León y éste le dijo no. ¿Herrera será capaz de hacerlo también?
Se antoja difícil, primero porque es su subordinado como secretario de Hacienda y segundo porque obviamente si López Obrador lo propone al Senado, a él le deberá el cargo. Pero lo más importante, porque el presidente no respeta límites ni autonomía alguna. Pasa por encima de lo que sea con tal de que todo se pliegue a lo que él ordena. Y si manda a Herrera a Banxico es seguro de que seguirá siendo su subordinado. Francamente, no se ve cómo pueda decirlo no desde Banxico.
En los hechos, López Obrador cumplirá uno de sus dos sueños: mandar en el Banxico. El otro, hacerlo en el INE, todo apunta a que se cebó, luego de las elecciones del domingo.
Doble contra sencillo a que así será, al margen de lo que Herrera se ha apresurado a asegurar desde este mismo miércoles, en el sentido de que será autónomo y hará respetar ese carácter aun ante el presidente. Con López Obrador imposible hablar de autonomía. Si no, al tiempo.
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