Los políticos son siempre lo mismo: prometen construir un puente aunque no haya río
Nikita Jrushchov (1894-1971) Político ruso
México es el mundo al revés; sólo aquí se presentan episodios que en cualquier otra parte se verían como estupideces, como un monumento a la torpeza, la irresponsabilidad y el asumir riesgos absurdos.
Europa comenzó un gradual retorno a la normalidad pero cuando la curva de los casos de Covid se perfiló al menos a contenerse. Pero México lo ha hecho cuando ni siquiera llega a la cresta, cuando lo peor apenas se asoma.
México juega una especie de ruleta rusa: el rojo de su semáforo sanitario parece ser mortal presagio de lo por venir. A la demencial actitud de su presidente, que ya pasea campechana e irresponsablemente por el sureste, hay que agregarle que ya inició la carrera electoral del 21, su carrera, y todo a partir de ahora se ajustará a ella, incluida la pandemia.
México es el caos por el derecho y el revés, sin estrategia sanitaria, sin estrategia contra la brutal crisis económica que ya comienza a hacer estragos; un país profunda e irremediablemente dividido entre “buenos” y “malos”; un gobierno empeñado en masacrar a cuanto molino de viento ve en el horizonte y una oposición que se ha olvidado del país, concentrada sólo en ver cómo salva rescata algo antes del naufragio.
Y, hay que decirlo, una sociedad en su mayor parte tan irresponsable y ciega como su gobierno, como su clase política en general.
Así, el semestre final del año pinta como el semáforo de la pandemia. A los pocos sensatos que tratan de obrar con inteligencia, no queda sino advertir: sálvese quien pueda, y cómo pueda. La pesadilla en todo su “esplendor”.
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