Gobernar es el arte de crear problemas, con cuya solución se mantiene a la población en vilo
Ezra Pound (1885-1972) Poeta norteamericano
Lunes de sombras, de dudas, de presagio de tormenta; lunes post marcha, lunes de paro de mujeres, lunes con el dólar a 21 pesos con cincuenta centavos y con el barril de petróleo mexicano vendiéndose en menos de ¡30 dólares!
Lunes de caída de bolsas en todo el mundo, con la mexicana en especial depreciación. Lunes donde el fantasma del coronavirus ronda por doquier.
Y lunes con un presidente ido, ausente de la gravedad de la problemática que se cierne sobre el país y, peor aún, sin siquiera saber enviar una señal de que al menos está en la misma frecuencia de preocupación en la que estamos todos en México, ya ni hablar de que genere confianza en que el escenario es remontable.
Lunes que hace sentir que el país va a la deriva, sin timón, pero, si lo hubiera, sin quien lo tome, sin nadie que se haga cargo de él.
Lunes de redes sociales polarizadas al mil, pero no sólo ellas, polarizadas las calles, los centros de trabajo, las familias.
Lunes en el que el ánimo popular se asemeja más a un episodio de The Walking Dead que al de un país con la potencialidad del nuestro. Lunes en el que la ineficacia y la indiferencia presidenciales llevan a que comience a viralizarse un hasta hace poco inimaginable: “a mí no me culpen, yo voté por Meade”.
No fue un lunes cualquiera; fue “el lunes”.
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