Un partido es la locura de muchos en beneficio de unos pocos
Alexander Pope (1688-1744). Poeta inglés
El gobernador Silvano Aureoles anuncia este lunes que el gobierno federal etiquetó cien millones de pesos para concluir el Teatro Matamoros, el tristemente célebre Teatro Matamoros, un monumento pero a la corrupción y la opacidad.
En realidad, según explica, para terminar esa obra, hacen falta ciento veinte millones, cien están autorizados por Hacienda y el gobierno estatal dispondrá de veinte. Hasta ahí, todo bien.
¿Y entonces?, ¿cuál es el problema? Pues nada, que me parece que Aureoles debiera reconsiderar si vale la pena meterle otros ciento veinte millones a una obra que, amén de modelo de corrupción, genera también serias dudas respecto de si se justifica y requiere o no.
La obra inicialmente estaba presupuestada en menos de doscientos millones de pesos y para ejecutarse en dos años. Así fue anunciado en 2008 por el gobierno de Leonel Godoy, que la entregó, como si fuera en propiedad privada, a Cuauhtémoc Cárdenas Batel.
Pues al cabo de dos años, el junior se había gastado mucho más del presupuesto autorizado y la obra no llevaba siquiera un treinta por ciento de avance. Eso sí, en la más completa impunidad, porque contrató con absoluta discrecionalidad a empresarios brasileños, para variar brasileños, y no permitió siquiera que el personal de la Auditoría Superior de Michoacán ingresara al inmueble a verificar la aplicación de los recursos autorizados.
El inmueble quedó por años como un elefante blanco, ejemplo de la corrupción y la opacidad que caracterizaron al godoyismo. Ah, y ejemplo de su impunidad, a la cual se acogió Cárdenas para salir sin raspón alguno del vergonzoso episodio.
La obra quedó parada, y ahora Aureoles confirma que están autorizados otros cien millones de pesos para concluirla. Bien haría el gobernador en reconsiderar y acaso utilizar ese recurso en cosas mucho más urgentes e importantes, en salud por ejemplo. Cierto, están etiquetados, pero seguro su capacidad de gestión le permitiría que se autorizaran en otros rubros.
¿Y qué hacer con el Teatro Matamoros? Coincido con quienes sugieren al gobierno venderlo al mejor postor, obtener lo que pueda por el inmueble, porque además ni siquiera es seguro que se requiera otro teatro, considerando que el Morelos y el Ocampo están subutilizados la mayor parte del año. ¿Qué se presentaría en el Matamoros, que no pueda presentarse en el Morelos o en el Ocampo?
Ah, y si de reconsiderar se trata, bien haría también el gobierno silvanista en castigar el robo en despoblado que significó la construcción del escaso avance del Matamoros, así se apellide Cárdenas quien estuvo al frente del fideicomiso que operó el recurso. Digo, es propuesta. Veremos.