La política es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los pobres con el pretexto de proteger a los unos de los otros
Transferir la responsabilidad del crecimiento sostenido del número de contagios y muertes por covid a los estados y municipios, es una evidencia de que la pandemia se ha desatado por completo en México, y de que el gobierno ya tiró el arpa, si es que alguna vez tuvo el control. López Gattell debe renunciar, porque se le terminó la escasa credibilidad que aún tenía. La dilapidó.
Sin ser precisamente una eminencia médica, el subsecretario de Salud es considerado un buen especialista en salud pública. Bueno a secas, digamos, pero con eso alcanzaba al principio de la pandemia, porque hacer frente a ella ha sido siempre, en mucho, cuestión de sentido común, de lógica y de copiar lo positivo que han hecho otros países y desde luego desechar lo negativo.
Pero el crédito se lo comenzó a gastar demasiado rápido, aunque en mucho obligado por las estupideces de su jefe López Obrador, desde tener que justificarle que no usara cubre bocas ni acatara la sana distancia con aquella sandez de su “fuerza moral”, no fuerza de contagio, hasta cuando fue orillado por el mismo presidente a anticipar que para mediados de abril vendría el fin de la pandemia.
Pero aún con ello, López Gatell se defendía y la opinión pública alcanzaba a entender que no es fácil tener como jefe a un ignorante y un fanático, y aún después de esos deslices mantuvo suficiente crédito.
Empero, el paso de las semanas y con ellas el aumento incontrolable de la pandemia, la falta de medidas y políticas de Estado para contenerla, las torpezas de anticipar fechas de control y la autorización criminal de volver a la normalidad a tontas y locas, amén de las mentiras en que fue cayendo cada vez con más regularidad, así como el subirse también a la lógica perversa de poner por delante a la 4T y sus intereses político y electorales antes que la salud de la población, terminaron por llevar a un callejón sin salida a López Gatell.
De por sí en medio de la pandemia cualquier responsable médico de conducirla lo más probable es que resienta un natural desgaste. Pero además de ello, López Gatell se encargó de sumarle factores por su propia cuenta, al grado de que hoy es ya insostenible su posición, quizá no tanto como subsecretario sino de mandamás y responsable de la toma de decisiones por parte del gobierno, específicamente en el tema de la pandemia.
De casi precandidato presidencial de la 4T, Gatell pasó a ser incómodo ya para el propio presidente. Cierto, si éste lo remueve, seguro su sustituto correrá rápido su misma suerte, porque como cualquier colaborador presidencial, el vocero para la pandemia en turno debe sujetarse a los intereses electorales y los caprichos de la ignorancia y el autoritarismo que representan al habitante de Palacio Nacional.
Como sea, López Gatell debe renunciar. Ya nadie cree en él, ya es un estorbo hasta para el presidente. Es cosa de días.
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