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viernes, julio 26, 2024

SI GRAZNA Y VUELA…¿ES PATO?

Justicia demorada es justicia denegada

William E. Gladstone (1809-1898) Primer Ministro británico

¿Puede ser, como afirma Andrés Manuel López Obrador, una calumnia en su contra el reportaje de Tim Golden en el portal informativo independiente norteamericano Propublica, en el que citando a investigaciones de la DEA se asegura que el tabasqueño habría recibido dos millones de dólares durante su campaña presidencial del 2006, de parte del Cártel de Sinaloa, a cambio de impunidad? Sí, claro que puede ser una mentira, por tanto, una calumnia.

Del otro lado, ¿puede ser verdad? Claramente, también. No tenemos pruebas en ningún sentido. Por una parte, está la indagatoria de la DEA, es decir, del gobierno norteamericano, y por otra, la negativa de López Obrador a aceptarlo. Empero, como dice un clásico actual: habrá señales. Las hay:

López Obrador es el primer presidente en bajarse de su vehículo para ir a saludar a la madre de un capo, y no cualquiera, el capo de capos, el Chapo Guzmán. Es el primero en no dudar en darle su lugar de “señor” al propio Guzmán. Es el primero en abiertamente condolerse por la muerte de narcos. Es el primero en oficialmente decretar una política pública de no confrontación con los criminales. Es el primero en ofrecerles abrazos. Es el primero en ordenar a los soldados poner la otra mejilla antes que chocar con los delincuentes. Es el primero en ir seis veces a Badiraguato, la capital mundial del narco. Y es el primero en ser señalado por el gobierno de Estados Unidos de recibir dinero del narco en una elección presidencial.

Aceptemos que quizá no es el primero de los presidentes en hacer todo ello, pero sí el primero en no ocultarlo. Así que si camina como pato, grazna como pato y vuela como pato, el sentido común indica que estaremos ante un pato.

Solo habría una manera de que López Obrador saliera bien librado del trance, o no tan mal librado si se quiere: debe acudir a Estados Unidos a demandar penalmente al medio de comunicación y al periodista –dos veces ganador de un Pulitzer-, y a la misma DEA, por difamación, calumnia y lo que resulte en afectación a su honor y fama pública. Y por supuesto deberá ganar esa eventual demanda. No hacerlo, no intentarlo al menos, confirmará las sospechas que él mismo con su actitud durante todo su gobierno ha alimentado, respecto a sus supuestos vínculos con el cártel sinaloense.

Lo que es un hecho es que no han sido días de reposo para el presidente. A la sacudida por los señalamientos de corrupción de sus tres hijos, le sigue ahora este de la DEA. Solo que hasta ahora, todas las acusaciones de corrupción de su gobierno quedarían en el ámbito doméstico, y como tal, con la garantía de la impunidad.

El obús de la DEA abre un flanco para el cual luego de octubre no tendrá paracaídas: la justicia norteamericana  está fuera de su resorte de manipulación. Vienen tiempos difíciles para el presidente. Ya lo son. Su futuro como expresidente parece lleno de turbulencias.

Y a la pesadilla ya solo le quedan 255 días.

X@jaimelopezmtz

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