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miércoles, mayo 14, 2025

SILVANO, DE CORAZÓN AMARILLO

jaimelopezLa democracia es una broma griega

Carlos l de Inglaterra (1600-1649) Rey británico

Ante un partido, su partido, que está en su peor crisis histórica, al grado de apuntar a la desaparición, Silvano Aureoles parece decidido a tomar la estafeta del liderazgo que hoy está ausente, en la búsqueda de hacer un último esfuerzo por devolverle la vida.

Tres décadas después de un surgimiento que hizo alentar esperanzas de que sería no “un”, sino “el” partido de izquierda, esperanzas que al paso de los años se fueron derritiendo por su incapacidad para darse un sentido de institucionalidad y superar su caudillismo, y que hoy tiene a Morena y al presidente López Obrador como los más comprometidos a darle la puntilla, el PRD espera un milagro para mantenerse con un soplo de vida.

Y Aureoles se ha erigido como el más decidido a llenar ese hueco, a buscar ese milagro. Evidentemente, no de manera formal, porque tampoco parece pasar por su cabeza abandonar la gubernatura, pero sí fácticamente, encabezando una cruzada dominguera de resurgimiento perredista.

Y vaya que hace falta una oposición de verdad a un gobierno que, como lo dijo este domingo el propio Aureoles, representa “la centralización del poder y el riesgo del retorno al autoritarismo…vivimos un periodo de discusión sobre el modelo del país, y tenemos que prepararnos para la defensa histórica de la República y sus instituciones…debemos abandonar la idea de un México de indiferencia, reorganizar la oposición plural y construir una propuesta renovada de un futuro posible…”

No por nada pugnó por una “clara división de poderes y contrapesos efectivos, que destierren cualquier tentación de autoritarismo, porque la justicia social y la democracia requieren invariablemente de leyes que se cumplan e instituciones fuertes”.

Ya sin ambages, espeto: “jamás aceptaremos o permitiremos que México se convierta en un país de una sola visión o de una sola persona”, y convocó al perredismo a la defensa del principio de no reelección, del fortalecimiento del federalismo y del respeto irrestricto al derecho de disentir y por la plena libertad de expresión”.

Nunca hubo necesidad de llamar al presidente López Obrador por su nombre.

No sé si le alcance a Aureoles para resucitar a algo muy próximo a un cadáver, pero parece decidido a morir en el intento. No es en absoluto fácil, pero se acoge a aquello de que no hay peor lucha que la que no se hace, o más coloquialmente, de que en todo caso despegado estaba. Y hoy, acaso más que nunca, México demanda el contrapeso que la Cuarta Transformación parece empeñada en sepultar. ¿Le alcanzará? jaimelopezmartinez@hotmail.com twitter@jaimelopezmtz>

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