El poder conseguido por medios culpables, nunca se ejerció en buenos propósitos
Cornelio Tácito (55-120) Político e historiador romano
Obviamente, Silvano Aureoles sabía que Andrés Manuel López Obrador no lo iba a recibir en Palacio Nacional. Y entonces, ¿por qué todo el espectáculo de presentarse casi de madrugada en ese lugar, solicitar audiencia y esperar casi cuatro horas sentado en la calle, para luego retirarse sin ningún aparente resultado?
Pues porque claramente el gobernador llevaba su plan perfectamente definido. El presidente le pidió la semana anterior, cuando Aureoles denunció la injerencia del crimen organizado en la elección michoacana, que presentara pruebas, y este martes éste acudió, casi de madrugada, llevando lo que, él asegura, eran dichas pruebas.
Se trataba de anular el discurso presidencial de que esa denuncia debe ir acompañada de pruebas. No sé qué llevaba Aureoles en las carpetas que cargaba, él afirmó que eran las pruebas que quería compartirle al presidente. Evidentemente, López Obrador tuvo razón cuando dijo, para justificar su negativa a recibirlo, que él no es la instancia para recibir las supuestas pruebas de esa denuncia, y que Aureoles debe llevarlas al INE o al Tribunal Electoral, o en su caso a la Fiscalía General de la República.
Y por supuesto que el gobernante michoacano sabe que, en efecto, éstas son las instancias para presentar sus pruebas de la narco elección, pero buscó, y logró, desarmar a López Obrador, porque ya éste no podrá recriminarle no probar sus denuncias públicas: Aureoles se las quiso exponer, pero el presidente se negó a recibirlo.
Pero el michoacano llevaba además lista su coartada: no las entrega al INE, al Tribunal o a la Fiscalía, porque ello pondría en peligro la vida de muchas personas, lo cual sin duda sería cierto. Pero aún en el remoto caso de que sí hubiera sido recibido por López Obrador, para Aureoles hubiera sido también negocio redondo. Es decir, siendo recibido o bateado por el presidente, ya había ganado el round al acaparar la atención de la prensa que acude a la mañanera y asumirse como quien pretendió compartirle al mandatario nacional sus pruebas sobre los vínculos de Morena con el crimen, pero éste, en su soberbia y desdén clásicos, evadió el delicado tema.
Pero que Aureoles haya ganado mediáticamente el round del martes, no significa que no siga jugando con fuego, ni reduce el riesgo de estarle jalando los bigotes al tigre. Está arrinconando al presidente política y mediáticamente, pero éste es especialista en la venganza. El gobernador ya hizo sonar los tambores de guerra, una guerra claramente desigual, y no parece dispuesto a arriar banderas, sino a mantenerse en la línea de exhibir, en su dicho, los vínculos de Morena con la criminalidad. De que está jugando cartas de altísimo riesgo, no hay duda, pero de que está mostrando una decisión no común en los gobernadores frente a un presidente todo poderoso, tampoco la hay. Nadie puede regatearle valor y “pantalones”. Y seguro estará preparando un siguiente episodio. Al tiempo.
twitter@jaimelopezmtz