La política es el arte de lo posible
Otto von Bismarck (1815-1898). Estadista alemán
Era absolutamente previsible, pero además sensato y obvio: Silvano Aureoles, Rafael Moreno Valle y Margarita Zavala han demandado a las dirigencias del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, que la candidatura presidencial del Frente que conforman todos ellos no se defina verticalmente, sino producto de una elección abierta entre la ciudadanía.
Y es que hasta la misiva que con ese motivo enviaron Aureoles, Moreno y Zavala a Ricardo Anaya, Alejandra Barrales y Dante Delgado, líderes del PAN, PRD y MC, respectivamente, estos tres parecían ir en caballo de hacienda para perfilar un proyecto electoral muy ad hoc para el 2018: el panista como candidato presidencial, la perredista como candidata al gobierno capitalino y Delgado como secretario de Gobernación o jefe de gabinete de un eventual gobierno encabezado por Anaya. Así habían ya repartido el pastel, pero no contaban con que enfrente tres animales políticos estaban agazapados y esperaban el momento de saltar.
Y lo hicieron este domingo por la noche, con una misiva que pegó en la línea de flotación del triunvirato Anaya-Barrales-Delgado: les exigen a éstos olvidarse que van solos y que su estrategia para repartirse el pastel es un hecho. Les reclaman una elección abierta a toda la ciudadanía para que participen todos los que se sientan con algún derecho o posibilidad, y que de ahí emerja el candidato presidencial frentista.
Por donde se le vea, el reclamo de los “insurrectos” es válido, por más que haya quienes pataleen en el sentido de que eso pone en riesgo la unidad del frente. Sí, si consideramos que esa unidad sólo se pretendía imponer si se acataba sin chistar el plan que Anaya, Barrales y Delgado ya habían perfilado, es decir, si pasaba la decisión unilateral, autoritaria, que evidentemente va contra el supuesto espíritu de la conformación del frente.
En realidad, la única forma de que Anaya fuera el candidato presidencial frentista sería que su estrategia caminara sin oposición, porque en cualquier elección abierta él no tendría la menor oportunidad de ser el abanderado, dado lo maltrecha que quedó su imagen luego de los “periodicazos” que evidenciaron la corrupción que le ha rodeado en su carrera pública, periodicazos que, hay que decirlo, lo dejaron noqueado.
En esa ruta, Aureoles, Moreno y Zavala han formulado un pacto no sólo de no mutua agresión, sino de unidad en contra de Anaya, Barrales y Delgado, e implícitamente de apoyar al que de ellos resultara el candidato en una elección abierta.
Una cosa es real: los dirigentes partidistas y dueños, hasta ahora, del frente, han encontrado la horma de sus zapatos. Queda claro que no van solos, que hoy ya tienen competencia, competencia que, en una de esas, los rebasa y los deja silbando en la loma. Si no, al tiempo.
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