El precio de desentenderse de la política, es ser gobernado por los peores hombres
Platón (427-347 a. C.) Filósofo griego
No sé si con la idea preconcebida o por simple descuido o desinterés, pero el Congreso del Estado puede sentenciar a la muerte por inanición al Sistema Estatal Anticorrupción, apenas a tres años de su creación.
Y es que de acuerdo con la ley en la materia, los diputados debieran tener designada, desde hace por lo menos un par de meses, a la nueva Comisión de Selección del SEA. La ausencia de ese cumplimiento legal derivará en que a partir del próximo mes el Comité de Participación Ciudadana opere sólo con cuatro miembros, ante la renuncia precipitada de Elvia Higuera. Si todo funcionara en apego al marco legal, en diciembre la Comisión de Selección designaría al nuevo integrante ciudadano.
Y como no hay Comisión de Selección, tampoco habrá el quinto elemento del Comité de Participación Ciudadana. Y, por lo que se ve, en el Congreso del Estado no hay la menor preocupación por la grave omisión. Vaya, me consta que hay diputados que ni siquiera están enterados de que tienen pendiente esa obligación.
A mediano plazo, el peligro radica en que ese pueda ser el camino para dejar morir al Sistema Estatal Anticorrupción, dado que sin Comisión de Selección en dos años más quedarían apenas dos ciudadanos, en virtud de que éstos deben ir saliendo uno por año, pero obviamente cubriéndose esos huecos con los nombramientos que debe hacer la referida Comisión.
La omisión puede entenderse por dolo o por irresponsabilidad. Es deseable que sea por lo segundo, dado que al menos es susceptible de corregirse por los diputados. Pero si es parte de una estrategia, habrá poco qué hacer, porque evidenciaría no sólo el desdén, sino el terror que al poder público en su conjunto le causa la rendición de cuentas, la transparencia y la supervisión ciudadana de sus actos, particularmente los relacionados con el manejo de recursos presupuestarios.
A nivel nacional, está clara la intención del gobierno de Andrés Manuel López Obrador de echarle tierra al Sistema Nacional Anticorrupción. Lamentable que en el estado, el poder público tenga la misma aversión por un sistema que ni siquiera se ha consolidado y que, aun en el supuesto de que no forme parte de la estrategia de dejar que muera por inanición, sí colabore para que ello suceda aunque sea por omisión o descuido. Veremos si hay la voluntad entre los diputados al menos para no jugar el triste papel de sepultureros del SEA.
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