Dictadura: sistema de gobierno en el que lo que no está prohibido es obligatorio
Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) Escritor español
Puede parecer ocioso, dada la impunidad que acompañó a la obra desde su inicio, pero reabrir una indagatoria sobre la construcción del Teatro Matamoros siempre será justificado, a la luz de los múltiples elementos que configuran un muy probable escenario de corrupción.
Los gobernadores Fausto Vallejo, Salvador Jara y Silvano Aureoles se negaron sistemáticamente a hurgar en las entrañas del manejo de dicha obra, en virtud de que quien fue responsable de ella se llama Cuauhtémoc y se apellida Cárdenas Batel, lo que, ya se sabe, en Michoacán es garantía de impunidad.
Fue el gobernador Leonel Godoy el que autorizó recursos para remodelar el vetusto inmueble del antiguo Cine Colonial, en el portal Matamoros, y volverlo un fastuoso teatro. En realidad, se trató de una decisión inviable financieramente, pero redituable desde el punto de vista político: supuestamente debiera estar listo en 2010, con motivo del bicentenario del inicio de la guerra de Independencia, y el centenario del de la revolución, y además Godoy le enviaba un guiño a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, colocando a su hijo del mismo nombre al frente de la construcción del teatro.
Pero apenas el junior se hizo cargo de la obra, y comenzaron los problemas: se entregó la construcción sin licitar, se gastó tres veces el presupuesto autorizado y la obra al paso del tiempo solo era un cascarón al que no se le veía el fin. Ni los auditores de la Auditoría Superior de Michoacán pudieron ingresar a evaluar la obra, porque Batel la manejó como si fuera de su propiedad, sólo él autorizaba quién ingresaba. Aquello fue un monumento a la corrupción, a la opacidad y a la ineficacia. Silvano Aureoles tuvo al menos los arrestos para quitarle la obra al hijo del ingeniero, aunque no se atrevió a indagarle nada. Solo ordenó que con recursos presupuestales su gobierno terminara la obra ¡diez años después del tiempo previsto!
Con el estreno del teatro pareció que todas las irregularidades habían quedado enterradas. Empero, este miércoles, la presidenta del Sistema Estatal Anticorrupción, Elizabeth Vázquez, anunció que se reabrirá la investigación de la obra.
La primera reacción es de pesimismo y es normal: no parece lógico suponer que ninguna autoridad vaya a atreverse a brindar información al SEA sobre una obra que encabezó alguien de apellidos Cárdenas Batel, y menos a investigarlo. Empero, el sistema y en particular el Comité de Participación Ciudadana, bien harán en no quitar el dedo del renglón y, si se vuelven a topar con pared, al menos evidenciar públicamente quién sigue generando el manto de impunidad para ese monumento a la corrupción que es el Teatro Matamoros. Es deseable que ese comité muestre la dignidad que no han tenido los gobernadores todo este tiempo. Material hay, y a pasto. Es cosa de buscarle. Al tiempo.
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