Cuando un político dice que acabará con la pobreza, se refiere a la suya
Paulo Coelho (1947-?) Escritor brasileño
El problema no es si para el presidente López Obrador los que están con él son liberales y en su contra son conservadores, o sin son chairos o fifís. El problema es que divide a los mexicanos pero en buenos y malos, con los riesgos que ello implica.
La ignorancia de López Obrador ni siquiera le permite tener una definición de “conservador”, pero él entiende que la palabra suena ruda, que a sus huestes les gusta, así tampoco tengan una pizca de idea de su significado. Igual, ni él, ni sus seguidores dimensionan a cabalidad el término “liberal”, pero si el otro se escucha golpeador, pues éste parece acomodarse a algo “bueno”.
Así, el sábado López Obrador planteó abiertamente su disyuntiva, que mucho encierra de amago:
“…un intelectual orgánico, Lucas Krauze Alamán (sic), tomó partido, o mejor dicho, reafirmó su conservadurismo, y así otros…qué bueno que se defina, nada de medias tintas, que cada quien se ubique en el lugar que corresponde, no es tiempo de simulaciones, o somos conservadores o somos liberales, no hay medias tintas. Lo que decía Ocampo, ese gran liberal, Melchor Ocampo, aplica ahora, los liberales moderados no son más que conservadores más despiertos, es decir, no hay para dónde hacerse, o se está por la transformación o se está en contra de la transformación del país, se está por la honestidad y por limpiar a México de corrupción, o se apuesta a que se mantengan los privilegios de unos cuantos…”
¿Sorprende el mensaje presidencial? Desde luego que no, lleva veinte años planteándolo, ahora con más insistencia desde Palacio. Que llame conservadores no sólo a sus opositores, sino a quienes no estén abiertamente a su favor, es parte de la misma cantaleta que tan buen resultado le ha dado sobre todo en los últimos dos años. El problema, insisto, no es aplicar esas definiciones que ni él ni la mayor parte de sus seguidores entienden, sino que se vuelve sinónimo de “malo”, como liberal lo es de “bueno”.
Así, lo que realmente es preocupante es la polarización entre demonios y santos en la lógica del discurso lopezobradorista. Y hay que decirlo: el riesgo no es mayor de parte de los que él llama “conservadores”, porque ahí caben opositores, sí, pero fundamentalmente periodistas, analistas, profesionistas, empresarios, intelectuales, amas de casa, la clase media en plena. Cabe todo aquel que se atreva a proferir ya no una crítica, siquiera una duda respecto del presidente o der la 4T. Por el nivel que muestran todos esos sectores, su oposición no implica mayor riesgo de violencia, pero no puede decirse lo mismo de buena parte de los cuatroteístas, en los que campea la ignorancia y el fanatismo y en los que, por ende, la violencia sí está a flor de piel. Sé que suena rudo, pero las cosas como son.
Es de esperarse que en los “malos” se mantenga la cordura y la sensatez, porque en los “buenos”, con sus honrosas excepciones, no existen.
twitter@jaimelopezmtz jaimelopezmartinez@hotmail.com