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sábado, julio 12, 2025

TIEMPO PERDIDO

El debate permanente es el único antídoto contra la manipulación de la opinión

Albert Jacquard (1925-2013) Escritor francés

 

jaimelopezUn segundo debate presidencial en el que hay de todo, menos propuestas, ideas claras y compromisos concretos. Debate punto menos que de frivolidades y banalidades, en el que sobresalieron más la novedad del formato, la participación de algunos ciudadanos, el que por primera ocasión no se realizara en la capital del país, los insultos y el protagonismo de una moderadora, que los que debieran haber sobresalido: los cuatro candidatos presidenciales.

Analizado a fondo, y a la luz de resultados, fue casi casi una pérdida de tiempo los poco menos de ciento veinte minutos de duración.

El aterrador fenómeno de la violencia desatada en la frontera con Estados Unidos, por parte de cárteles que pelean furibundamente el control del tráfico de drogas y que dominan casi los tres mil kilómetros vía el secuestro y la extorsión, para nada mereció una mención, ya no digamos un análisis y un compromiso concreto de ninguno de los candidatos.

Lo mismo la corrupción imperante en las aduanas mexicanas y menos la tragedia que significa para miles y miles de centro americanos tener que cruzar territorio mexicano con la esperanza de llegar a Estados Unidos, para quienes ya no se sabe qué es más aterrador, si toparse con alguna corporación policiaca mexicana, o con algún cártel del crimen organizado.

Y el futuro económico nada halagüeño que le depara a México con la muy posible cancelación del Tratado de Libre Comercio, fue como tema tratado en arameo para los candidatos, ni por asomo lo abordaron con conocimiento de causa y con compromisos específicos.

A cambio de ello, menudearon las estupideces: López Obrador dedicando el tiempo a llenar de calificativos denigrantes a Ricardo Anaya; éste contraatacando con etiquetas igualmente bajas al tabasqueño; José Antonio Meade perdiendo también el tiempo en recordar que el hijo de López Obrador vive y estudia en España, y “El Bronco” salpicando sandeces como expropiar Banamex.

Ese fue el debate. ¿Quién pierde y quién gana? En el ejercicio del domingo, sólo en él, es claro que López Obrador pierde porque confirmó, por si quedaba alguna duda, que no tiene la menor idea de la realidad del país prácticamente en ningún tema, que es un absoluto improvisado y que todo se reduce, para él, a apelar a la mafia del poder y al combate a la corrupción. Que no tiene una pizca de sensatez y que cada vez incluso le cuesta más hilar dos frases y porque, aunque suene trillado, sí puede ser un peligro para México.

Meade y Anaya pudieran pelear por haber alcanzado una pírrica victoria dominguera, porque si bien mostraron algo de mejores dotes de conocimiento de la problemática fronteriza, sus propuestas y compromisos fueron endebles. Y de “El Bronco” ya ni hablar, todo en él es anecdótico, es el chistorete, la broma de mal gusto. Parece el bufón de la elección.

Pero paradójicamente quien gana, y aunque suene a contra sentido, es López Obrador, porque ahora sí no hay duda que si Meade y Anaya siguen adelante, peleando a brazo torcido el segundo lugar, y así llegan al día de la elección, el tabasqueño barrerá en ella. Está claro que para tener opciones de pelearle a éste, uno de los dos debe declinar y entre más pronto, mejor. El problema es que no parece ninguno de ellos darse cuenta, o si ya se percataron no envía ninguno la señal de querer dar un paso de costado.

Hasta ahora, López Obrador encantado de cómo avanza la elección, de cómo se dan los debates, porque lo que menos le preocupa es seguir haciendo el ridículo en ellos. Él, a ojos cerrados, apostaría porque Meade y Anaya se mantengan en la lucha, que ninguno ceda y que así lleguen al primero de julio. Veremos si alguno de éstos percibe la realidad. ¡Aguas si no!

jaimelopezmartinez@hotmail.com twitter@jaimelopezmtz>

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