Que el sermón principal de tu vida lo predique tu conducta
Charles Spurgeon (1834-1892) Pastor bautista británico
La Secretaría de Educación estatal ha deslizado el amago de cerrar la Normal de Tiripetío. Si lo hace, el gobernador Silvano Aureoles dejaría un enorme legado, sería sin duda una de sus más relevantes medidas de toda su administración.
Mantener abierto ese plantel no resiste ningún tipo de argumentación: primero, porque está claro que Michoacán no requiere más maestros –si es que a los egresados de ese lugar se les puede llamar así, maestros-, dado que al menos por cinco o seis años hay personal suficiente para atender una población infantil que crece en menor medida cada vez.
Segundo, porque aun si se requirieran más profesores, es evidente que los menos deseables son los egresados de Tiripetío, que no cuentan con ningún tipo de preparación académica, dado que las materias que ahí se imparten, y en las que sí se vuelven especialistas, algunos incluso con doctorado, son secuestro, robo, extorsión, estrategias de desestabilización, fabricación de bombas molotov y algunas más de ese tipo.
Tercero, porque mantener el inmueble operando demanda de varios de millones de pesos por año, que deben ser considerados como un gasto, no como una inversión, habida cuenta que la sociedad no recibe nada productivo a cambio, como no sean afectaciones. Ese dinero sería mucho mejor empleado en programas de salud, servicios, créditos productivos y un sinfín de etcéteras.
Cerrar el lugar le significaría al gobierno y a la sociedad quitarse de encima una auténtica loza en términos de criminalidad e inestabilidad social, amén de un ahorro en recursos presupuestarios.
Pero no es el único caso. Igual descripción debe hacerse de la Normal de Arteaga, y ambas, con un agravante adicional, aunque aún más delicado: evidentemente han sido infiltradas por el crimen organizado. En muchos sentidos son semilleros de las células criminales que operan en las respectivas regiones. Baste recordar que Servando Gómez, La Tuta, es egresado de la Normal de Arteaga y que mantuvo siempre una plaza docente en la Secretaría de Educación.
No hay, pues, elementos válidos, de peso, para argumentar a favor de mantener abiertos esos planteles. Cerrarlos, sería un enorme legado de Silvano Aureoles. Cierto, le acarrearía reacciones de los alumnos y de la mafiosa Cnte, severas sin duda, pero temporales. Por eso, lo que se requiere es decisión. Aureoles ha demostrado tenerla. Veremos si en el ocaso de su gobierno lo demuestra, cerrando ambos planteles. ¡Qué bien le haría a Michoacán una medida así!
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