La política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa: en la guerra podemos morir una vez, en política muchas veces
Winston Churchill (1874-1965) Político británico
Sobre advertencia no hay engaño. Todo apunta a que el cierre de la Normal de Tiripetío va en serio: el gobierno del estado ya está decidido, pero debe haber una resolución conjunta con la Federación, de acuerdo con lo que reporta a Respuesta el subsecretario de Educación Media y Superior, a nivel estatal, Francisco Luis Alfonso.
“Va en serio”, dice, ante el cuestionamiento de si el gobierno de Silvano Aureoles sólo está lanzando un buscapiés para medir la reacción de los normalistas y de la mafiosa Cnte. Y argumenta lo que es de dominio público: hace mucho que en Tiripetío la educación no es una prioridad, dado que la desestabilización social y las acciones delincuenciales son la característica predominante hoy, y eso es imposible de sostener.
Da a conocer que el gobierno estatal ya formuló el planteamiento de cierre del plantel a la Secretaría de Educación Pública, del gobierno federal, exponiendo los argumentos que considera sólidos. En realidad, no hay mucho qué indagar: Tiripetío es un nido de delincuentes disfrazados de estudiantes y como tal deben ser tratados. No hay que ser políticamente correctos. Es preciso dar el nombre a las cosas.
Por lo que se ve, pues, si por el gobierno del estado fuera, ya habría iniciado el proceso de cierre del plantel, pero Luis Alfonso advierte que se trata de una decisión compartida con el gobierno federal, y ahí es donde puede atorarse.
En efecto, si con Esteban Moctezuma había cierta comunión de visiones con el gobernador Silvano Aureoles, hoy el panorama parece ensombrecerse, porque en su lugar ha entrado Delfina Gómez al frente de la SEP, y ella es una centista y por ende una retrógrada absoluta, que sería difícil que tome decisiones que vayan en contra de su clan.
He ahí el quid del asunto: por el lado de Aureoles, la decisión de cerrar Tiripetío parece tomada. La duda estriba en el ámbito federal. Es de esperarse que impere la responsabilidad y doña Delfina, aún contra su ideología, respalde al Estado. Veremos.
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