La alternancia fecunda el suelo de la democracia
Winston Churchill (1874-1965) Político británico
A menos que sea una realidad lo que asegura el director de la Escuela Normal de Tiripetío, lo sensato debiera ser su cierre, al menos temporal.
Dice el profesor Raúl Ervin Cervantes Sixtos que la institución que dirige está cambiando radicalmente sus métodos de “trabajo”, a grado tal que en este momento son cuentos o leyendas urbanas la mayor parte de las críticas por las “estrategias de lucha” de los estudiantes.
Por ejemplo, dice en charla en RESPUESTA RADIO, hace un año que los estudiantes de Tiripetío no participan en marchas o bloqueos de avenidas en Morelia, porque ahora priorizan la “lucha intelectual”. Asegura que no hay autogobierno en el plantel, porque los estudiantes se ciñen a las políticas y programas marcados por la autoridad educativa, y afirma que como ya no ha habido retraso en la entrega de becas alimenticias por parte del gobierno, los alumnos no han tenido que secuestrar autobuses desde hace varios meses. Vaya, asegura que incluso los normalistas aceptan la aplicación del examen Ceneval.
De hecho, deslinda a sus alumnos de las constantes movilizaciones que los de otras escuelas normales realizan de manera cotidiana en Morelia, y de la exigencia de egresados por plazas laborales. Los actuales estudiantes de Tiripetío se han separado de esas manifestaciones de presión, afirma.
Por todo ello, Cervantes advierte que Tiripetío, como en general las escuelas normales rurales, siguen justificando su permanencia. «Mientras haya pobreza, seguirán siendo necesarias las normales rurales”, argumenta convencido.
Con que sea realidad la mitad de lo que dice el profesor Cervantes, nos daríamos por bien servidos. Es explicable que él justifique y trate de proteger a su alumnado, aunque para ser francos resulta difícil de aceptar esa “civilidad” con la que, afirma, ahora se conducen los estudiantes de Tiri.
Pero si todo es verdad, habrá que reconocer que sí significaría un cambio radical en la imagen de una institución francamente deteriorada, tanto, que hoy sigue siendo una exigencia su cierre. Démosle, pues, una nueva, y seguro última oportunidad a la institución, a la espera de que lo dicho por su director resulte cierto. En todo caso, la realidad siempre sale a flote. Es cosa de tiempo únicamente. Veremos.
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