Un político hará cualquier cosa por conservar su puesto; incluso se convertirá en un patriota
William Randolph Hearts (1863-1951) Empresario norteamericano
Doña Fátima Chávez Alcaráz, flamante secretaria de Cultura del ayuntamiento moreliano, deberá proceder con más prudencia, sensatez y hasta mero sentido común, en las acciones que diseñe y ponga en práctica como parte de sus responsabilidades, a fin de que no resulten contraproducentes, tanto, que puedan incluso poner en riesgo la salud y la vida misma de los morelianos.
¿Exagerada la advertencia para alguien que se encarga de promover la cultura? De entrada, pudiera así parecer, pero cobra sentido cuando se precisa que ella se encargó de organizar el Festival de Toritos de Petate, que tuvo lugar la tarde de este sábado en la Plaza Valladolid de esta capital.
Y si bien un evento de ese tipo sería parte natural del programa de una Secretaría de Cultura en tiempos «normales», resulta que en tiempos de pandemia en realidad es insensato y de altísimo riesgo.
A contrapelo incluso del criterio aplicado por el alcalde Alfonso Martínez, doña Fátima decidió irse por la libre y organizar un festival que cualquiera con dos dedos de frente podía anticipar sería un desastre y se volvería fuera de control, como efectivamente sucedió: se congregaron miles de personas, casi todas sin cubre bocas, apretujadas, muchas de ellas bebiendo alcohol. Vaya, hasta una gresca entre mujeres se registró. Todo un cóctel para incentivar al Covid-19.
Todo apunta a que la secretaria de Cultura se dejó presionar más de la cuenta por las uniones vecinales que históricamente organizan en los barrios los «toritos». No supo decirles que no, y aquellos se impusieron.
Pero en quien debió caber la sensatez fue en la secretaria. Ingenuamente ella creyó que todo mundo cumpliría los protocolos sanitarios. Craso error. Aquello fue un desastre en términos del escenario de pandemia que vivimos.
Supongo que la secretaria Chávez quiso mostrarle a su jefe el alcalde que está al pie del cañón, con ideas claras de cómo fomentar las políticas públicas en materia cultural, pero claramente se equivocó. Le ganó la emoción, pero una emoción peligrosa en extremo.
Tendrá ella, como todos los servidores públicos, que actuar con más sensatez y prudencia. Con todo respeto, la cultura no es en absoluto una prioridad ni una actividad esencial, y en una pandemia hay que tener el criterio para saber dimensionar y ubicar cada cosa en su lugar. Esperemos que esos yerros no se vuelvan a repetir.
twitter@jaimelopezmtz