Donde hay poca justicia, es un peligro tener la razón:
Francisco de Quevedo (1580-1645) Escritor español
Como estaba previsto, Carlos Torres Piña fue designado fiscal de Justicia estatal, en sustitución de Adrián López Solís, que aceptó la negociación propuesta por Casa de Gobierno: dejar esa dependencia a cambio de tres notarías, que él distribuyó como quiso, una para sí mismo, otra para su ex esposa y la otra para su colaborador de mayor confianza.
De manera prácticamente unánime, los diputados votaron por Torres Piña, lo que evidencia la trascendencia que para el gobernador Bedolla tuvo el movimiento político, dado que el de Paracho dice adiós a su ilusión de ser gobernador, o por lo menos la pausa por algunos años. Pero dado el peso y la influencia que sorpresivamente se ganó con Bedolla desde su inesperada campaña en 2021, éste se aseguró de garantizarle la Fiscalía a manera de consolación. En todo caso, vaya premio de consolación, ya lo quisieran noventa y nueve de cada cien abogados. Ello explica que el mandatario haya echado toda la carne al asador en los cabildeos con todos los diputados. Por lo visto, todos fueron convencidos.
Torres Piña deberá enfrentar varios retos, pero sin duda el de mayor peso es tratar de reducir hasta donde sea posible la etiqueta de fiscal carnal, que irremediablemente le acompañará. No se la podrá sacudir enteramente, pero una actuación profesional, autónoma e independiente como fiscal, le puede servir, y ello implica, sí o sí, no poner a la Fiscalía como arma política de la 4T contra opositores, ni prestarse para amañar estadísticas de la criminalidad. Ambas “funciones” suelen ser comunes en la mayor parte de los fiscales. Es deseable que no ocurra con él.
Fue designado por nueve años, sí, pero López Solís también, y se vio obligado a renunciar para no entrar en una querella con el gobernador. Torres no tiene tampoco nada asegurado, porque su permanencia dependerá del desenlace electoral del 27. Él lo sabe, lo mismo que Bedolla.
Y el otro gran riesgo es por supuesto el de las tentaciones provenientes de la criminalidad. Torres no tiene ningún antecedente vinculado a su nueva tarea, pero igual y ello puede ser positivo, al no llegar, supongo, con compromisos relacionados con la procuración de justicia, dentro y fuera de la dependencia.
En todo caso, de él dependerá la imagen que quiera posicionar: la poco edificante de fiscal carnal, o la de uno fuerte, autónomo, apegado a la ley. Las dos cosas son imposibles de congeniar. Es lo uno o lo otro. Veremos cuál camino decide transitar. X @jaimelopezmtz