La política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa. En la guerra podemos morir una vez; en política, muchas veces
Winston Churchill (1874-1965) Político británico
Mucho ruido y pocas nueces. En eso se sintetiza lo que, a mi entender, está pasando y pasará en los próximos meses con las intenciones manifiestas de Silvano Aureoles de participar en el proceso de selección del candidato presidencial del PRD.
Él se sabe con escasas posibilidades de ser el candidato, pero quiere estar “en la jugada”. Así podría sintetizarse lo que contempla Aureoles.
El de Carácuaro tiene el sentido político lo suficientemente desarrollado como para percibir que sus posibilidades de ser candidato presidencial son realmente escasas, sobre todo porque es claro que su partido, el PRD, no jugará solo en 2018, sino que lo hará en alianza, bien sea con Morena o bien con el PAN.
De ir solo el PRD, aumentarían las posibilidades de Aureoles, porque en ese contexto es sin duda uno de los mandos perredistas de mayor peso. Pero eso no sucederá. El Sol Azteca se definirá en su momento por ir con el panismo o con Andrés Manuel López Obrador.
Y Aureoles ha sido enfático: con el tabasqueño, ni a la esquina. Al final de cuentas, las corrientes perredistas que siguen suspirando por ser comparsas de López Obrador, a las que no les importa que éste las sobaje, las ridiculice, pero que las tome en cuenta, casi casi como limosna, podrían imponerse, y perfilar esa alianza de las supuestas izquierdas. En esa lógica, el gobernador michoacano pintaría su raya. Su anti lopezobradorismo ya no admite reversa.
Y la otra opción para el PRD sería el PAN. Creo que es la que finalmente se materializará, y Aureoles sabe que el blanquiazul llevaría mano en la selección del candidato, es decir, la alianza implicaría que el PRD apoye al aspirante panista. Por tanto, también esa alternativa está vedada para él.
Lo que el mandatario quiere, en realidad, es no quedarse fuera de la jugada en la definición de la alianza que inevitablemente hará su partido. Y eso es entendible, es una figura en el perredismo e incluso para la segunda mitad de su gobierno en Michoacán, requerirá del respaldo federal, que garantizará subiéndose al tren de la sucesión. Sólo con López Obrador, el futuro sí le sería oscuro.
Esa es la política y Aureoles es un animal político. Por eso, a fin de cuentas anote usted lo que sucederá: el gobernador participará activamente en la construcción de la referida alianza de su partido, irá y vendrá a la capital del país las veces que sea necesario a fines de año y ni siquiera tendrá necesidad de ausentarse por más de treinta días y por tanto de solicitar licencia al Congreso. En el escenario más extremo, se ausentaría formalmente menos de treinta días y el secretario de gobierno asumiría como encargado del despacho. Nada más. Su partido conformará una alianza con el PAN y asunto arreglado.
Y por eso también, es inútil la alharaca armada dentro y fuera del gobierno estatal tanto por ver desde ahora quién quedaría en su lugar, como por la supuesta inestabilidad que se desatará con sus “aspiraciones”. Él seguirá gobernando Michoacán. Si no, al tiempo.