Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible; los políticos, por hacer lo posible imposible
Bertrand Russell (1872-1970) Filósofo británico
Llama la atención que el secretario de Salud –ojo, sí existe uno, se llama Jorge Alcocer-, no haya convocado al Consejo de Salubridad General a sesión permanente, pese al avance de la pandemia del Covid-19 en México.
Y no lo hace, es fácil advertirlo, porque el presidente, su jefe, se lo ha impedido. Luego entonces, lo que es importante tratar de dilucidar es precisamente porqué el presidente López Obrador ha frenado la convocatoria al Consejo.
En mucho, la respuesta está en conocer las funciones y los alcances del referido Consejo, así como sus integrantes: de acuerdo con la ley, es un órgano colegiado que depende directamente del presidente de la república y tiene el carácter de autoridad sanitaria, con funciones normativas, consultivas y ejecutivas. Las disposiciones que emita serán de carácter general y obligatorias en el país. Su creación y operación se funda en el artículo 73 de la Constitución.
Y lo integran el secretario de Salud, como presidente y un secretario, también nombrado por el gobierno. Hay varios secretarios como vocales: de Hacienda, de Desarrollo Social, de Semarnat, de Economía, de Sagarpa, de SCT y de Educación; además del director del IMSS, del ISSSTE y del DIF. Hasta ahí los representantes gubernamentales, por tanto manipulables por el presidente. Once en total.
Luego vienen el resto de vocales, que resultan la clave: nueve representantes de colegios y asociaciones de médicos en diferentes especialidades, el rector de la UNAM, el presidente de la Anuies –el organismo que aglutina a las universidades públicas-, el de la Canacintra, el de la Cámara de la Industria Farmacéutica, más cinco secretarios de Salud de otros tantos gobiernos estatales, uno por cada región del país. En total, casi veinte que al no formar parte de la estructura gubernamental, y casi todos ellos auténticos expertos en temas de salud pública, no serían tan fácilmente manipulables por el presidente López Obrador.
He ahí el quid del asunto: el presidente se niega a autorizar a su secretario de Salud a que convoque al Consejo, porque si lo hace y éste órgano se instala con carácter permanente, López Obrador perderá la rectoría exclusiva en la toma de decisiones frente a la pandemia, la cedería al Consejo. Y ese es el problema, que López Obrador no cree en los científicos, en los expertos, y seguro éstos tomarían medidas más acorde con la realidad sanitaria que priva en el país, no con cariz político y electoral como lo hace el Ejecutivo, sino de acuerdo a protocolos científicos necesarios para encarar la emergencia.
López Obrador se niega a soltar las riendas en este escenario de pandemia, pese a la irresponsabilidad con que lo ha manejado. Se niega a que sean médicos expertos en Salud Pública los que tomen el control, como sí sucede en cualquier país civilizado. López Obrador prefiere apelar al trébol de cuatro hojas, al billete de dos dólares y a la estampita del santo milagroso, que a los científicos.
Ese es López Obrador y está claro que ni el coronavirus lo hará cambiar. Uf!, lo que le sigue de peligroso.
witter@jaimelopezmtz jaimelopezmartinez@hotmail.com