Anticiparse es el poder más importante; los perdedores reaccionan, los líderes se anticipan
Tony Robbins (1960-?) Escritor norteamericano
El pueblo está feliz, feliz, suele decir con frecuencia y absoluta firmeza el presidente López Obrador. No estoy seguro que haya muchas razones para ello, pero de quien no hay sombra de duda de que está feliz, es el propio tabasqueño.
Y ahí sí hay motivos de sobra: los últimos días le han salido a pedir de boca. Va de triunfo en triunfo, de vapuleada en vapuleada. Primero, su ilegal iniciativa para que la Guardia Nacional sea incorporada a la Secretaría de la Defensa Nacional, pasó como cuchillo en mantequilla por San Lázaro.
Después, los amagos a la Corte rindieron frutos: a la mayor parte de los ministros les temblaron las corvas y se plegaron al capricho presidencial de mantener viva la prisión preventiva oficiosa, con lo que López Obrador tiene garantizada la cárcel para cualquier opositor que ose retarlo en la búsqueda de la Presidencia en el 24.
Luego, el obsequioso PRI, con su impresentable líder Alito Moreno, le ha entregado con moño, dedicatoria perfumada y toda la cosa, una iniciativa que es melodía a los oídos presidenciales: que el Ejército alargue sus tareas de seguridad pública hasta 2028, cuatro años más de lo originalmente contemplado.
Y como las cosas buenas no llegan solas, la joya de la corona se presentó de inmediato: la traición de Alito ha provocado un cisma en la Alianza Va por México, que está ante una segura ruptura total, y eso, en términos electorales, es justo lo que López Obrador soñaba, de cara al 2024.
Así pues, ¿qué más puede pedir el presidente? Todo se le está alineando a su favor, mejor aún que si él hubiera escrito un guion para sí. Va cabalgando por una avenida pavimentada sin nadie que se le oponga, vaya, ni siquiera que le haga sombra.
Con los militares y el pueblo bueno y sabio de su lado, el presidente está embriagado de poder y no se ve que vaya a querer soltarlo. Está feliz, feliz, no el pueblo sino él. ¿Y quien no, con su marcha invicta aunque vaya dejando cadáveres por todos lados? ¿Quien no, con los poderes legislativo y judicial arrodillados ante él? ¿Quien no, con las fuerzas armadas a su entera disposición para lo que se le ofrezca?
Así, no tiene chiste, cualquiera estaría feliz. Y a la pesadilla todavía le quedan 754 días.
