La alternancia fecunda el suelo de la democracia
Winston Churchill (1874-1965) Político británico
El presidente López Obrador avanza a paso firme en su obsesión por echarse a la bolsa a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y este jueves dio otro golpe contundente: Margarita Ríos-Farjat fue electa ministra por el Senado de la República.
Así, la autonomía del Poder Judicial hay que entrecomillarla más que nunca, en los hechos es de membrete, sólo de saliva.
Ríos Farjat era hasta hace unas horas la poderosísima titular del temible Sistema de Administración Tributaria, el brazo armado de Hacienda y por tanto del presidente para meter en cintura, fiscalmente hablando, a los enemigos del régimen. Es decir, la nueva ministra de la Corte llega como indiscutible posición presidencial, en sustitución de Eduardo Medina Mora.
Así, de acuerdo con los cálculos de los enterados, López Obrador dispone ya de cuatro de los once ministros de la Corte, incluido el obsequioso presidente Arturo Zaldívar, y si bien ello obviamente no constituye mayoría, mucho menos calificada, resulta que es el número “mágico” que el Presidente requería; ¿por qué?, pues porque echar abajo una ley o disposición del Legislativo o del Ejecutivo, requiere de ocho votos de los ministros, y al tener cuatro en la bolsa el
Presidente significa que sólo siete se opondrían eventualmente a una ley que a éste le interese: insuficientes.
Por eso, se equivocan quienes piensan que López Obrador iba por ocho ministros, con cuatro son más que suficientes para asegurarse que las leyes que a él le signifiquen un interés particular, no puedan ser vetadas por la Corte.
Es decir, el presidente ya logró lo que desde un principio se metió entre ceja y ceja: tener el control real de la Corte.
Adiós, pues, a la supuesta autonomía y división de poderes, la 4T avanza inexorablemente en el avasallamiento de todo lo que huela a contrapeso y equilibrio al Ejecutivo.
La noche es más negra cada vez.
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