La diferencia entre una democracia y una dictadura, es que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes
Karl Bukowsky (1920-1994) Escritor alemán
Cero y van dos. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha llegado a tal punto de desesperación, que sin tapujos es capaz de caer en falsedades o hacer aparentar escenarios esperanzadores en medio de la pandemia, como propios, o al menos en los que juega un papel protagónico.
Primero, hizo aparentar que alguna intervención tenía en el contrato firmado por Astra Zeneca y la Universidad de Oxford, con el empresario mexicano Carlos Slim, para producir y distribuir en América Latina la vacuna contra el covid, en cuanto pase las fases de experimentación. En realidad, se trata de un acuerdo privado entre la Fundación que dirige el magnate mexicano con la farmacéutica y la universidad británica, en el que participa un gobierno, pero es el argentino. El mexicano no tiene absolutamente nada qué ver, pero trató de subirse al barco de las buenas nuevas. Pronto se descubrió la verdad.
Y apenas este miércoles, el gobierno se apresuraba a dejar correr la especie de que la administración rusa había convenido con México la venta de treinta y dos millones de dosis de su vacuna anti covid, lo cual ciertamente era para celebrar, más allá de que se encuentre aún en la fase última de experimentación. De hecho, así lo advertimos en la entrega anterior.
Empero, unas cuantas horas después todo se esclarecía: el gobierno ruso sí convino con México la venta de esas treinta y dos millones de vacunas, pero no con su contraparte mexicana, sino con una empresa privada, la farmacéutica Landsteiner Scientific. El acuerdo desde luego no es recriminable, todo lo contrario, pero sí lo es que desde un principio el gobierno mexicano se haya querido montar, otra vez inescrupulosamente, en un tren para el que ni boleto tiene.
La ineficacia gubernamental en el manejo de la pandemia, el desastre que ha sido y el costo que sin duda pagará por ello la 4T, electoralmente hablando el próximo año, llevan a la administración lopez obradorista a aferrarse a cualquier clavo ardiendo. Es claro que lo suyo, lo suyo, no es precisamente la transparencia ni la verdad, pero ésta, tarde que temprano, sale siempre a flote. Ha sido el caso.
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