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Kofi Annan (1938-?) Séptimo Secretario General de la ONU
Roberto Toledo trabajaba, efectivamente, en un despacho jurídico en Zitácuaro, pero también era colaborador de un medio de comunicación, Monitor Michoacano, un portal de noticias por internet y noticiero radiofónico de aquella ciudad del oriente del estado.
Este lunes fue asesinado en las oficinas que lo mismo servían de despacho jurídico que del medio de comunicación. ¿Su asesinato debe ser considerado como el de un periodista o el de un «técnico de un despacho jurídico»?
La pregunta es obligada, porque desde el poder público parece forzarse la idea de que no se trataba de un periodista sino de un auxiliar de un despacho de abogados, como si eso redujera la gravedad del hecho. El alcalde zitacuarense, Antonio Ixtlahuac Orihuela, emitió un lamentabilísimo comunicado de prensa en el que trata a Toledo como un «colaborador técnico de un despacho de abogados en el municipio». Patética la postura del edil: claramente, trata de minimizar el asesinato, sugiriendo entre líneas que al no ser periodista Toledo, el caso tiene menos relevancia. Busca que su gestión no quede marcada por el crimen de un periodista, aunque nadie le señale a él ni a ningún servidor público como vinculado al homicidio.
Y preocupante también que al menos hasta cerca de las once de la noche del lunes, ni el gobernador Ramírez Bedolla ni representantes del poder público michoacano, diputados, senadores, magistrados, etcétera, hubieran fijado algún posicionamiento público sobre el asesinato.
El dilema es fácil de entender: por un «simple» auxiliar de un despacho de abogados, no hay necesidad de abordar el tema, en todo caso es uno más de los decenas de asesinatos que a diario se registran en todo el estado. Ni modo que por cada uno los servidores públicos vayan a estar pronunciándose. En cambio, si se tratara de un «periodista», sí habría una especie de obligación política de hacerlo. Mejor dejémoslo como no periodista y asunto arreglado, además de que así no se engrosa la incómoda lista de representantes del gremio asesinados en Michoacán.
Toledo, ya se dijo, ejercía los dos oficios. Pero el solo hecho de colaborar en un medio de comunicación le daba el estatus de comunicador. Punto.
Condenable, porque según alertó el responsable de Monitor Michoacano, Armando Linares, ya el medio había recibido varias amenazas de muerte, que este lunes tuvieron trágica materialización. Condenable la ejecución, trátese de un reportero o de un colaborador de un medio de comunicación, porque además todo apuntaría a que el crimen tendría como origen la actividad de Toledo como colaborador de Monitor, no como técnico de un despacho de abogados. Y condenable también la indiferencia y hasta desdén que parece haber en el poder público michoacano.
Una cosa es cierta: el de Toledo es uno más de los asesinatos de «comunicadores» en Michoacán, en México. Negros días vive el gremio. Mi solidaridad con la familia de Roberto y con los colegas zitacuarenses.
twitter@jaimelopezmtz