Si no tienes confianza, siempre encontrarás una forma de no ganar
Carl Lewis (1961-?) Atleta norteamericano
Que Paola Pliego, la mejor exponente de la esgrima de México, haya decidido acogerse al asilo deportivo de la república de Uzbekistán para representarle en los Juegos Olímpicos de Tokio, el próximo año, debe leerse no como una traición a su país, sino como una consecuencia de la corrupción y la falta de una política pública de fomento y respaldo al deporte.
Pliego argumenta la absoluta ausencia de respaldo tanto del Comité Olímpico Mexicano como de la Comisión Nacional del Deporte, y específicamente de sus titulares, Carlos Padilla y Ana Gabriela Guevara, amén de la corrupción que existe en ambos organismos, donde se apoya a atletas no en función de capacidades y logros, sino de amiguismos y politiquerías.
Lamentablemente, Pliego tiene razón: más allá del cambio de gobierno, la corrupción en el deporte organizado mexicano no varía. Y en ese sentido, es notorio el desencanto que en los círculos deportivos se acrecienta por Ana Gabriela Guevara al frente de la Conade. La misma esgrimista Pliego declaró ser una fan de le ex corredora de los 400 metros planos, y confesó las enormes expectativas que supuso se abrían con su nombramiento al frente del deporte.
Empero, igualmente no tiene reparos en mostrar su decepción por el papel de Guevara en la Conade. Y es que, en efecto, su nombramiento por Andrés Manuel López Obrador al frente del deporte fue bien recibido por el sector, dada la trayectoria como atleta de Ana, lo cual hizo albergar esperanzas de que el presidente no se había equivocado al ubicar en esa oficina a alguien con el conocimiento y la sensibilidad suficientes para apoyar a los deportistas.
Pero resulta que con Guevara las cosas en la Conade, ya de por sí complicadas, se han enredado aún más, y amén del recorte presupuestal que sufrió el organismo, so pretexto de la política de austeridad que ordena el presidente, y de la cual ciertamente no es responsabilidad de Ana Gabriela, ésta ha colaborado entusiastamente para concitar el rechazo del mundo deportivo.
Una soberbia Ana Gabriela es la que hoy despacha en Conade; su ninguneo y desprecio por los atletas que tienen la osadía de levantar la voz para demandar respaldos, es ya rutinaria. Aceptó sin chistar el recorte presupuestal a la Conade y con él la casi desaparición de becas al alto rendimiento y la utilización de los escasos recursos con que cuenta a becas de deportistas que no tienen mayor relevancia, pero que coincidentemente forman parte de su séquito de aduladores. El recorte, habrá que recordarlo, tiene el mismo objetivo que el que se ha dado en Salud, en Medio Ambiente, en Ciencia y Tecnología, etcétera: la creación de un cochinito para asegurar los programas clientelares de López Obrador.
Ana Gabriela no parece dispuesta a pelear dinero para apoyar el deporte, como tampoco a terminar con prácticas de corrupción en la Conade, y su paso ahí solo parece orientado a perfilar al deporte a la estrategia de cooptación de jóvenes de la 4T.
La esgrimista Paola Pliego hace bien en denunciar la corrupción en la Conade y está en todo su derecho de acogerse deportivamente a otro país, si el suyo la da la espalda. Ni hablar.
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