El que no se atreve a ser inteligente, se hace político
Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) Escritor español
Todo lo concerniente a la vacunación contra el covid, como era de esperarse, se ha politizado en México, y eso que ni siquiera ha llegado la primera dosis. Y sin duda, más que se politizará conforme avance el proceso…y se acerquen las elecciones.
Polémica porque el gobierno federal quiere centralizar la adquisición y aplicación de la vacuna. Polémica porque los gobernadores quieren participar también. Polémica por el riesgo del manejo electorero que se le dé al proceso. Polémica entre quienes creemos en la ciencia y quienes están del lado de la superchería, por la efectividad de la vacuna y el peligro, dicen algunos, de que sirva para otro tipo de controles en el desarrollo de la humanidad.
Y otra polémica también, por definir quiénes deben ser los primeros que reciban la inmunidad y en qué orden. Sólo hay una coincidencia: hay que poner al principio de la fila al personal médico, particularmente al que está en hospitales públicos o privados dando la batalla. Y ahí debe incluirse no sólo a médicos y enfermeras, sino laboratoristas, camilleros, afanadores, etcétera, por el altísimo riesgo en el que se encuentran.
Lo humano es incluir en esa lista a las personas de la tercera edad, con énfasis en los que presentan enfermedades crónicas. Creo que hasta ahí las coincidencias.
El problema se presenta cuando todo mundo se supone “prioritario” o que forma parte de una actividad “esencial” y por ende se asume con más justificación o méritos para ser vacunado antes que el resto de la población. Este jueves, por ejemplo, el gobernador Silvano Aureoles alertó que se va a proponer que además del personal médico, los policías y los maestros también sean de los primeros en recibir la vacuna.
Puede haber cierta argumentación en el caso del personal policiaco, pero me parece que no la hay con los maestros. ¿Qué razón habría para vacunar a un maestro antes que a un abogado, a un albañil, a un chofer, a una ama de casa? Ninguna en realidad. El maestro puede argüir que su trabajo es esencial y de alto riesgo por el contacto con estudiantes. Cierto, pero lo mismo puede decir el conductor de un camión del servicio público de transporte, su trabajo es fundamental y de alto riesgo.
Por eso, la clave radica en cumplir el programa de vacunación planteado: médicos y personas mayores enfermas primero, y luego en estricto orden de edades, así se evitará que discrecionalmente o por conveniencias de cualquier tipo, se dé preferencia a determinados sectores. Caso diferente sería si se contara a un tiempo con todas las vacunas necesarias, pero como no se ve que así vaya a suceder, lo más justo y humano es cumplir con la vacunación por edades, de mayores a menores.
Pero ahí radica el gran problema: en México tenemos doctorado en planear, pero estamos reprobados en cumplir esa planeación. Veremos si en este caso somos la excepción y cumplimos.
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