La libertad política no estará asegurada, mientras no se asegure la libertad espiritual
José Martí (1853-1895) Poeta y política cubano
¿Cuántas tragedias más tienen que ocurrir, cuántas muertes más se tienen que presentar, cuántas familias más deben enlutarse antes de que el gobierno, el federal básicamente, vuelva los ojos hacia la autopista pomposamente denominada Siglo 21, la que conecta a Pátzcuaro con Lázaro Cárdenas, pero que todo mundo ubica mejor como la de la muerte, de manera más que justificada?
Entre miércoles y jueves dos nuevas tragedias se han registrado, con saldo ahora de nueve muertos, pero que solo se suman a una larguísima lista roja que parece no tener límites. Cierto, los accidentes en carretera son parte natural de un riesgo al utilizarlas, pero en este caso hay varios factores que inciden en un aumento notable de dicho riesgo, y que son los que el gobierno debiera abordar.
Uno, sí o sí, esa vía debe ampliarse a cuatro carriles. Como fue construida, de carril y medio en cada sentido, sin camellón en medio, la vuelve una de las más peligrosas del país.
Dos, deben prohibirse, ahí y en cualquier vía, los tráiler con doble remolque. Son absolutamente imposibles de controlar por meras cuestiones físicas, según argumentan los expertos.
Tres, todos los conductores de esas unidades deben ser examinados primero en pericia y luego desde el punto de vista médico, considerando que la mayor parte de ellos viajan bajo los efectos de alguna droga. Su justificación es que solo así pueden soportar las pesadas jornadas, pero eso los vuelve en zombis incapaces de reaccionar ante una emergencia, como claramente sucedió con el conductor que embistió a vehículos parados el miércoles, y que provocó la muerte de siete personas. En este último punto sí debiera intervenir el gobierno del estado, a través de su Secretaria de Salud.
Cuatro, por supuesto los tráiler deben ser revisados por la autoridad con la frecuencia requerida, para asegurarse su buen estado, y si no, no permitírseles salir a carretera.
Mínimo, esas medidas debiera la autoridad garantizar en su aplicación. La primera, la de la necesidad de ampliar la vía a cuatro carriles, evidentemente es la más complicada, pero todas las demás lo único que demandan es voluntad. Veremos si en esta ocasión alguien toma en serio el riesgo que significa la autopista de la muerte. Y mientras, a la pesadilla todavía le quedan 746 días. twitter@jaimelopezmtz>