Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados
Tato Bores (1927-1996) Actos argentino
Sin mayor experiencia en el tema, Yarabí Ávila enfrenta el reto de encabezar la Secretaría de Educación en época, espera ella, de vacas ya no tan flacas como en el gobierno de Silvano Aureoles. Fue invitada a esa responsabilidad por el gobernador Ramírez Bedolla en una decisión ciertamente sorpresiva, pero que tiene su explicación:
El cargo de titular de la SEE fue, sin duda, uno de los que mayor presión significó para Bedolla a la hora de armar su gabinete. Lázaro Cárdenas y Leonel Godoy enviaron obuses de presión importantes para colocar a su gente en esa oficina. Lo mismo hicieron las dos corrientes de la Cnte, del mismo Snte, y ex secretarios que fueron un fiasco ya en esa posición, como Graciela Andrade y Egberto Bedolla, que también soñaron con volver y presionaron fuertemente. Así las cosas, Bedolla jugó una carta osada, pero clave para enviar una señal de mando: literalmente mandó a todos a volar y se decantó por Ávila, una carta impensable, que no forma parte de ninguna corriente sindical ni de ex gobernadores, ni de Morena desde luego. El que manda soy yo, fue su mensaje al designar a la priísta al frente de la SEE.
Y si bien ello es políticamente válido, a la hora de la práctica las cosas no son tan tersas. La SEE es un monumento a la corrupción, la opacidad, la ineficacia, el despilfarro y la falta de resultados. La SEE no es “propiedad” del gobernador en turno, sino de la mafia centista. La venta de plazas ha creado incluso una sucursal de cualquier cártel del crimen organizado en esa dependencia. Y por si fuera poco, la SEE es la principal responsable de la crisis financiera que vive Michoacán desde hace un par de décadas, al constituirse en un barril sin fondo que seca presupuestos y que impide al estado avanzar en casi cualquier terreno. La radiografía es cruda: la educación no es una inversión en Michoacán, es un gasto inútil, porque además el estado sigue en la cola de cuanta evaluación de calidad se aplica en el país.
Ese es el escenario que encuentra Yarabí Ávila. En este caso, su inexperiencia juega a favor, porque evidentemente no llega con compromisos políticos o sindicales, aunque sí con los que Morena tiene con la Cnte. Evidentemente, tendrá también a su favor la que parece inminente federalización de la nómina educativa, la auténtica clave para que Michoacán vea la luz al final del túnel financiera y socialmente hablando.
Así que con todo y todo, tiene frente a sí un panorama menos adverso que el de sus más recientes antecesores, pero que de cualquier manera le demandará mano firme y transparencia, decisión y capacidad de organización; en realidad no tanta negociación, dado que con la Cnte todo se reduce a dinero: si lo hay, se lleva la fiesta en paz, si no, viene la guerra. Veremos hasta dónde Ávila es capaz de sacar adelante una encomienda de esa envergadura, con factores de riesgo pero también de ventaja a su favor. Al tiempo.
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