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martes, septiembre 16, 2025

A 214 AÑOS DEL IDEAL EDUCATIVO DE LA INDEPENDENCIA

Miguel Hidalgo emprendió la lucha insurgente en 1810 con la convicción de un hombre educado, quien sabía que la opresión no solo se sostenía con armas, sino también con la ignorancia. Fue un lector incansable, políglota, conocedor de filosofía, derecho, teología y de las corrientes ilustradas que recorrían Europa. También lo fue José María Morelos, un sacerdote y estratega militar,  con ideas claras de justicia social y organización política; también Ignacio Allende era militar de carrera, todos ellos acompañados de muchas mujeres y hombres libres por la educación. Todos ellos entendían que la educación es el antídoto más poderoso contra la opresión. Su vocación liberadora testimonia los efectos que realiza la ilustración en el ser humano.

Por eso, entre las primeras medidas del gobierno de Morelos estaba la creación de escuelas públicas. En los Sentimientos de la Nación, Morelos estableció el ideal de una educación pública y accesible para todos. Entendía que, sin educación, la independencia política sería una cáscara vacía.

Dos siglos después, el sueño educativo de nuestros héroes sigue siendo una promesa incumplida. Si Hidalgo y Morelos resucitaran hoy, se encontrarían con un panorama contradictorio: según el INEGI (2020), más del 95% de los mexicanos mayores de 15 años son alfabetizados, un logro aparentemente extraordinario comparado con el aproximado del 15% de 1810. Sin embargo, la realidad demuestra que millones de mexicanos siguen sin poder leer un libro completo con comprensión plena, sin acceder a educación media superior o universitaria, y sin contar con habilidades digitales mínimas para competir en un mundo global.

México destina apenas el 4.3% de su PIB a educación, por debajo del promedio latinoamericano de 5.2%. En las pruebas PISA 2022, México obtuvo en promedio 71 puntos menos que la media de la OCDE. La desigualdad educativa entre estados, regiones y clases sociales mantiene a México preso de cadenas invisibles que sustituyen al yugo colonial por el de la marginación.

Michoacán, tierra de Morelos refleja esta tragedia nacional: ocupa el lugar 29 de 32 entidades en competitividad. Los hijos de los héroes de la Independencia tienen hoy menos oportunidades educativas que muchos de sus contemporáneos latinoamericanos. La promesa de la Independencia, una nación de ciudadanos educados y críticos sigue siendo un ideal no alcanzado. Las escuelas dignas y libres de violencia son más un privilegio que un derecho universal que no es realidad aún.

La educación es una herramienta de emancipación que dota a cada individuo de la capacidad para elegir su propio camino y romper las cadenas de la dependencia, en muchos sentidos. A doscientos catorce años de nuestra gesta independentista, veamos catorce de ellos:

  1. Independencia económica: La educación superior proporciona acceso a mejores oportunidades laborales e ingresos más altos. Las personas con educación profesional tienen ingresos significativamente superiores a quienes solo cuentan con educación básica.
  2. Independencia laboral: La educación otorga acceso al empleo formal con mejores salarios, seguridad social y prestaciones. Los trabajos mejor remunerados requieren niveles educativos más altos.
  3. Independencia política y participación ciudadana: Un ciudadano educado tiene las herramientas para analizar propuestas, no dejarse manipular y participar activamente en la vida democrática. La educación fortalece la capacidad de análisis crítico necesaria para la participación cívica informada.
  4. Independencia en salud: Las personas con mayor nivel educativo tienden a tener hábitos de vida más saludables, entender mejor los cuidados preventivos y tener mejor acceso a información confiable sobre salud.
  5. Reducción de la pobreza generacional: La educación permite romper ciclos intergeneracionales de pobreza, otorgando a las nuevas generaciones mejores oportunidades que sus padres.
  6. Independencia del pensamiento y protección contra la manipulación: La educación fomenta el pensamiento crítico y la capacidad de cuestionar, de formar una opinión propia y de no aceptar dogmas ciegamente.
  7. Independencia de las adicciones y la violencia: Los estudios muestran correlación entre abandono escolar y mayor riesgo de consumo de sustancias nocivas, así como participación en actividades delictivas.
  8. Independencia familiar y de género: La educación reduce la dependencia económica, especialmente importante para las mujeres, proporcionándoles autonomía financiera y personal.
  9. Protección legal y conocimiento de derechos: Las personas educadas conocen mejor sus derechos fundamentales y la Constitución, así como los mecanismos para exigir garantías.
  10. Independencia emocional y autoestima: La educación integral fortalece la autoestima y la capacidad de tomar decisiones autónomas basadas en el conocimiento y la reflexión.
  11. Independencia cultural: La educación abre las puertas a la apreciación del arte, la historia y las distintas culturas, expandiendo horizontes y enriqueciendo la vida personal.
  12. Capacidad de emprendimiento: La educación proporciona conocimientos y habilidades necesarios para crear empresas y generar empleos.
  13. Adaptación al cambio tecnológico: En un mundo digital, la educación permite adaptarse a las nuevas tecnologías y mantenerse competitivo laboralmente.
  14. Capacidad de voz: La educación otorga las herramientas para comunicarse efectivamente y participar en el diálogo público.

Pero también, la educación independiza y dota de autonomía a los países. La educación es el pilar sobre el que se construye una sociedad fuerte, competitiva y justa, capaz de ejercer su autonomía en el escenario global. A los países les dota de independencia y soberanía en catorce factores como los siguientes:

  1. Crecimiento económico sostenido: Los países con mayor inversión educativa y capital humano desarrollan economías más robustas, innovadoras y diversificadas.
  2. Independencia tecnológica y científica: La inversión en educación superior y investigación es crucial para que un país desarrolle capacidades propias y reduzca la dependencia tecnológica del exterior.
  3. Competitividad en mercados globales: Las naciones con sistemas educativos sólidos pueden competir mejor en la economía mundial y aumentar sus exportaciones de valor agregado.
  4. Fortalecimiento democrático: Una ciudadanía educada exige transparencia, rendición de cuentas y participación, demandando y fortaleciendo a su vez a las instituciones democráticas.
  5. Reducción de la emigración calificada: Los países que ofrecen educación de calidad y oportunidades profesionales retienen a sus talentos, evitando la «fuga de cerebros».
  6. Independencia alimentaria: La educación agrícola y la investigación permiten desarrollar sistemas alimentarios eficientes y sostenibles.
  7. Independencia sanitaria: Un sistema educativo robusto forma los profesionales de la salud e investigadores necesarios para enfrentar desafíos sanitarios.
  8. Independencia energética: La educación e investigación en energías alternativas son fundamentales para la transición energética.
  9. Soberanía cultural: La educación preserva y valora la identidad, el patrimonio y las tradiciones nacionales frente a la homogeneización global.
  10. Cohesión social: La educación reduce la desigualdad y genera sociedades más equitativas y estables.
  11. Construcción de paz: Los países con mayores oportunidades educativas experimentan menores niveles de violencia y conflicto social. En contraste, en un análisis que realizamos de las cifras de homicidios en el periodo 2020-2023 en Michoacán, hasta el 60 por ciento de las personas asesinadas se encontraba en situación de rezago educativo.
  12. Resiliencia económica: Las naciones con mayor capital humano se recuperan más rápido de crisis económicas y se adaptan mejor a los cambios globales.
  13. Capacidad diplomática: Una nación educada tiene mayor capacidad para negociar en igualdad de condiciones en el ámbito internacional, al tener menor dependencia o subordinación de otras naciones.
  14. Innovación y desarrollo: La educación es la base de la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación que impulsan el progreso nacional.

En suma, la conmemoración de la Independencia debe ir más allá de los desfiles y las fiestas. Debe ser un recordatorio de que la batalla por la libertad del acceso al conocimiento sigue vigente. Como lo hicieron nuestros héroes, debemos entender que la educación es la única revolución que verdaderamente transforma.

Es imperativo aumentar el presupuesto educativo al 8% del PIB, como recomiendan organismos internacionales. Esto incluye una inversión sustancial en infraestructura educativa, mejorar salarios docentes para que sean dignos y competitivos, garantizar escuelas seguras y libres de violencia, y programas de formación continua. Es imperativo que se destinen los recursos necesarios para garantizar escuelas dignas, seguras y libres de violencia en todo el territorio michoacano. Hidalgo soñó con escuelas en cada pueblo; nosotros debemos soñar con escuelas de clase mundial que formen ciudadanos críticos, participativos y libres, en donde todos estén, aprendan y convivan en entornos confortables, libres de violencia y discriminación.  La educación es la mayor inversión para el futuro de la nación.

Los padres de familia y ciudadanos debemos defender la educación pública, vigilar el uso de los recursos educativos y exigir a nuestros representantes que cumplan sus promesas. Debemos valorar socialmente la labor docente y entender que la educación es un compromiso colectivo.

Las empresas deben multiplicar sus programas de becas, invertir en la formación de sus empleados, crear programas de educación dual y establecer alianzas con las escuelas para fortalecer la pertinencia de la oferta educativa y la vinculación universidad-industria. Cada peso invertido en educación genera retornos en crecimiento económico. No es filantropía; es inteligencia económica.

Organizaciones ciudadanas, sindicatos, iglesias y movimientos sociales deben hacer de la educación su causa común y organizar para alzar la voz por el derecho a una educación de calidad para todos, especialmente para los más desfavorecidos.

Hace 214 años, un grupo de hombres y mujeres educados soñaron con un México libre e independiente. Su grito de libertad resonó en Dolores, pero su verdadero legado debe resonar en cada aula, en cada biblioteca, en cada mente que se libera a través del conocimiento. La educación fue su arma; debe ser la nuestra.

México logró expulsar a los realistas en 1821, pero no ha podido expulsar al analfabetismo funcional ni a la desigualdad educativa. El sueño de Hidalgo y Morelos era que todos los mexicanos pudieran ejercer su libertad; hoy, millones aún están privados de esa llave maestra que abre todas las puertas: la educación de excelencia. El grito de Dolores fue un inicio; el grito por la educación es la continuación.

La independencia de México comenzó con libros en manos de hombres que anhelaban ilustrarse. La independencia definitiva: la que nos libere de la pobreza, la desigualdad y la violencia, solo llegará cuando la educación sea prioridad nacional y causa común de todos los sectores. Un pueblo educado es un pueblo verdaderamente independiente, y una nación que invierte en educación es una nación que invierte en su libertad.

El sueño de Hidalgo y Morelos espera. La historia nos juzgará por cuánto nos parecemos a ellos en su valoración del conocimiento como herramienta de liberación. La independencia no se conmemora; se construye día a día, aula tras aula, mente tras mente. ¡Que viva la educación! ¡Que viva México!

Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles

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