Este Viernes Santo los fieles acompañaron en Catedral al obispo auxiliar en el solemne rezo del Viacrucis, tras del que vendrá el triunfo de Jesús por su Resurrección
No hay mayor grandeza que la vida ofrecida, ni mayor testimonio que morir para que otros tengan vida: «te adoramos, Señor, que por tu Santa Cruz nos redimiste». Esa fue la oración a Jesús Crucificado en el rezo del Viacrucis de este Viernes Santo en Catedral de Morelia en que los fieles acompañaron al obispo Herculano Medina Garfias, y al padre rector Juan Manuel Quiroz Armenta, donde tuvo lugar este acto de piedad rezando y remembrando las catorce estaciones que marcan la muerte de Cristo quien padeció para redimir al mundo.
Ofrecido esta vez por la paz en el mundo, en el estado y en todas las ciudades, durante la oración encabezada en el memorial del sufrimiento voluntario de Jesús por amor al Padre, mediante el cual se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte en La Cruz, el jefe auxiliar de la Arquidiócesis pronunció: «no nos salva, Señor, un madero, sino la sangre que ha sido derramada en este».
«Seguimos creyendo en tu triunfo, Señor, tu cruz es un trampolín que nos impulsará hacia la eternidad…seguirte, Señor, es apostar por un mundo nuevo donde brille la vida antes que la muerte», oró, para conminar a los fieles presentes y asumir como ministro religioso junto a los sacerdotes ahí reunidos también que «entre todos nos falta completar la Pasión de Cristo» muriendo un poco por los demás y no poniendo más carga en su propia cruz.
«Ayúdanos, Padre, a entender que quienes han partido es para despertar en la mañana de Pascua», imploró Monseñor Medina Garfias, y prosiguió: «te bendecimos, Señor, hoy más que nunca porque sabemos que estas vivo» y al final del Viacrucis vendrá la página más triunfante de Jesús que es la Resurrección. «Descansa, Señor, descansa por unas horas, y cuando las tinieblas parezcan dominar, saldrás de tu sepulcro» para cumplir tu palabra que es vida, y ascender a la Gloria de vuelta a Dios Padre.
Una a una el contingente con paso solemne y en profunda oración, se detuvo e hizo penitencia ante cada una de las catorce estaciones del Viacrucis representadas en el perímetro interior del Templo Mayor de esta Arquidiócesis, pidiendo perdón y exaltando ese acto de infinito amor y misericordia.
«Danos la paz, Señor, ensénanos a construirla como fruto de la verdad y de la justicia, escucha la imploración de María Madre y envíanos tu Espíritu Santo para reconciliar en una gran familia los corazones y los pueblos. Venga a nosotros el reino del amor y confírmanos en la certeza de que tu estas con nosotros hasta el fin de los tiempos», clamó al inicio del Viacrucis que comenzó con la primera estación en que Jesús es condenado a muerte, luego Jesús con la Cruz a cuestas, Jesús cae por primera vez, Jesús encuentra a su madre donde se recuerda que María Madre de Dios y Madre nuestra sale a nuestro encuentro, luego el Cirineo ayuda a Jesús, la Verónica enjuga el rostro de Jesús en que se proclama que solo cuando consolamos a al que sufre podemos encontrar el rostro de Jesús.
Y así también prosiguieron ante la séptima estacionen que el Señor cae por segunda vez con la Cruz a cuestas, después Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén, Jesús cae por tercera vez, Jesús es despojado de sus ropas, la décimo primera estación en que Jesús es clavado en la cruz, Jesús muere en la Cruz, Jesús es bajado de la Cruz, y finalmente Jesús es puesto en el sepulcro.
Al término del rezo de cada estación, se iba encendiendo un cirio en el tenebrarium en señal de la luz de Cristo que ha vencido a las tinieblas del pecado con su sacrificio del mas supremo amor, hasta completar los catorce dispuestos.
Al finalizar, el obispo auxiliar rezó junto a los presentes la Oración por la Paz, ante las circunstancias de violencia y crimen que atraviesa el mundo, el país, el estado y la ciudad.



