Así lo exaltó el obispo auxiliar en la misa de Institución de la Eucaristía, celebrando la institución del sacerdocio y el mandamiento del amor dejados por Nuestro Señor
Este jueves Santo tuvo lugar la celebración de la misa de la Ultima Cena en que se recuerda cuando tuvieron lugar las tres instituciones dejadas por Nuestro Señor Jesucristo y que son, además de la Eucaristía, la institución del sacerdocio, y el mandamiento del amor, tres instituciones que nos ha dejado Cristo para recorrer este camino de salvación, en este jueves Santo en que es también inicio del Triduo Sacro.
«Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava», alabó junto al Cabildo Metropolitano del templo mayor, el rector de la Catedral Metropolitana de Morelia, y los fieles ahí presentes esta tarde, en esta celebración especial en que se conmemora que Cristo se ofreció en cuerpo y sangre para que quien coma y beba de ellos tenga vida eterna, quedándose en la Eucaristía para siempre con nosotros.
Tras la baja de contagios del Covid-19, en la celebración de la Cena de El Señor con sus apóstoles se permitió el aforo total de asistentes, bajo los protocolos sanitarios y portando cubrebocas, y habiéndose reanudado el lavatorio de los pies en que se rememora cuando Jesús enseñó a sus apóstoles que vino para servir y les conminó a seguir su camino de humildad y servicio para con los demás. El emblemático episodio fue recordado antes en la liturgia al dar lectura al Evangelio de San Juan que recuerda esta emblemática enseñanza de humildad y amor de Jesús a sus doce discípulos, y pasaje en que uno a uno el obispo auxiliar fue lavando los pies de los doce jóvenes que representaron a los apóstoles en Catedral de Morelia.
Durante la Homilía en su mensaje pastoral, el obispo Medina Garfias reflexionó sobre las tres instituciones dejadas por Nuestro Señor antes de derramar en la Cruz su preciosa sangre y morir por nosotros, y precisó que la Eucaristía aun en medio de las circunstancias y en medio de todas las situaciones que se han suscitado, es la presencia de Dios para el camino de la salvación. Y hoy podemos agradecer a Cristo la Eucaristía, el pan y el vino que se transforman en su cuerpo y su sangre: alimento de vida eterna.
Llamó a los fieles a seguir buscando el tomar la Eucaristía, siempre comulgando con Nuestro Señor presente como ofrenda de vida eterna.
Sobre el sacerdocio, instituido también por el Hijo de Dios a su paso por la Tierra, pidió «demos gracias a Dios por este don» vinculado a la Eucaristía y vinculado a todos los sacramentos como fuente de gracia y de relación con Cristo, y de vida eterna. Jesús, sumo y eterno sacerdote, a través de su sacerdocio que lo comparte con todo el pueblo por el Bautizo, lo comparte también de manera muy especial con los hermanos llamados a ser sacerdotes, dijo.
Pidió a los presentes recordar a los sacerdotes que han tenido en su vida: quien les bautizó, quien les acompañó en su primera confesión, en su primera Comunión, quien les haya ofrecido al sacramento del matrimonio, de la unción de los enfermos y los que sigan presentes en nuestras vidas.
Sobre el mandamiento del amor pronunció: «reconozcamos a Cristo que nos da ejemplo de servicio y de amor», definió que nuestro mundo necesita de un servicio autentico, de un amor verdadero, «de dar más allá de lo que nos trae beneficio o de los intereses particulares», tras convocar a ser solidarios, caritativos y ofrecer «todo lo que Dios nos ha regalado para darlo generosamente a nuestros hermanos». Toda bendición de Dios debe compartirse generosamente: «ámense los unos a los otros como yo los he amado» recordó la herencia y mandamiento de Jesús, y «si El Maestro nos ha dado ejemplo y ha lavado los pies a sus apóstoles, también nosotros lavemos los pies a nuestros hermanos».
«Demos gracias a Dios por estos regalos extraordinarios que hoy nos ofrece: la Eucaristía, el sacerdocio, el mandato del amor», Triduo Pascual, exaltó el prelado, y que este Misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo «nos ayude a intimar más profundamente con Cristo, a crecer nuestra relación con él y a hacer vida en nosotros su Misterio Pascual» de manera permanente, por lo que llamó a los fieles a vivir solemnemente estos días Santos.
Esta tarde no fueron hechas sonar las campanas durante la consagración en el inicio del Triduo Sacro, o los tres días santos en el memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.



