Hemos despertado después que el proceso electoral para renovar ministros, jueces y magistrados concluyo y, pues a diferencia de otros procesos electorales, no hay resultados oficiales, no sabemos quien gano, quien perdió, quien va adelante, es más, no sabemos cuantos votaron.
La primera elección de integrantes del poder judicial no despertó mucha pasión en los electores por elegir a los administradores de justicia, que basándonos en un estimado no oficial publicado en algunos medios, fue de un 16% del padrón, que nos puede llevar a pensar, que sólo ejercieron su derecho a decidir aquellas personas que tenían algún vínculo con los candidatos y claro, algunos ciudadanos siempre muy responsables, que elección hacen uso de su derecho al voto. Pero emoción no hubo.
Sin duda que como todo proceso que se aplica por primera ocasión y que se pretende sea ejemplo para el mundo (México se convirtió en el primer país que elige a todos sus jueces- y quien sabe siga siendo el único-), que saltarían diversos imprevistos al momento de hacer la reforma.
Elegir tantos puestos resultó agobiante; muchos cargos, muchos nombres, muchos desconocidos, muchas boletas no resulto atractivo para muchos votantes, que pueden haber preferido no votar ante lo complejo que era tomar una adecuada decisión.
Puede que no se quiera modificar en el corto plazo la idea de la elección popular de los miembros del poder judicial, pero al menos para el 2027 sí tener el tiempo y hacer uso de la ingeniería constitucional, para hacer un proceso menos complejo, más sencillo y amigable.
En el 2027 seguramente el 16% que voto hoy se duplicara con facilidad, pero no se caiga en la falsa idea de que será por mucho interés de los votantes en este tipo particular de elección, sino porque se empalmara a nivel federal con las de diputados y en muchos estados, entre ellos Michoacán, con las de gobernador, diputados locales y presidentes municipales, pero qué por otra parte, si no se hacen las adecuaciones pertinentes a tiempo, hará más complejo el proceso de elección de los poderes.
Se está a tiempo de tratar de enmendar muchos aspectos y de tratar de hacerlos mejores o menos peores.
