Brasil alcanzó un récord histórico de turismo internacional en 2024, con aproximadamente 9 millones de llegadas de turistas extranjeros. Este crecimiento se atribuye a varios factores, incluyendo la promoción activa del país, la diversidad de sus destinos (playas, selva, ciudades culturales) y eventos internacionales. El gobierno ha trabajado en mejorar la infraestructura y facilitar los visados para impulsar aún más este sector, que se ha convertido en un pilar clave para la economía brasileña.
Una cifra histórica que encuentra su origen en un punto de inflexión clave: la Copa Mundial de la FIFA 2014. Una década después, el análisis de los datos de turismo en los Mundiales revela cómo este evento transformó el destino Brasil.
Al examinar las estadísticas oficiales de turismo en Copas Mundiales, el caso brasileño destaca por su impacto sostenido. Durante el torneo de 2014, Brasil recibió más de un millón de turistas internacionales, generando ingresos por 1,100 millones de dólares. El mundial de Corea y Japón de 2002, atrajo 1.3 millones de turistas internacionales con una derrama de 900 millones de dólares. Alemania (2006), más de 2 millones de turistas y 1,200 millones de dólares. Sudáfrica (2010), 1.4 millones y 1,300 millones. Rusia (2018) más de 5 millones y 1,500 millones de dólares y finalmente Catar (2022) con 1.4 millones y 1,560 millones de dólares. El gobierno de México estima que llegaran a nuestro país en 2026 más de 5 millones de turistas debido al mundial de la FIFA.
La necesidad de atender estos flujos masivos aceleró transformaciones estructurales críticas. La modernización de aeropuertos en Sao Paulo, Río de Janeiro y Belo Horizonte, junto con la mejora de sistemas de transporte público en las doce ciudades sede, creó una capacidad de recepción que trascendió el evento inmediato. Donde antes existían limitaciones operativas, hoy opera una red de infraestructura turística que constituye la columna vertebral del actual récord de visitantes.
El Mundial brasileño alcanzó una audiencia televisiva global de 3,200 millones de personas, funcionando como el escaparate promocional más efectivo en la historia del país. Esta exposición masiva mostró no solo el fútbol, sino la diversidad de paisajes desde las playas de Copacabana hasta la selva amazónica, asociando irreversiblemente la «Marca Brasil» con celebración, belleza natural y capacidad organizativa.
La experiencia dejó enseñanzas fundamentales que han sido incorporadas a la estrategia turística nacional. Brasil comprendió la necesidad de integración público-privada, desarrolló servicios multilingües y diversificó su oferta más allá de los circuitos tradicionales. La promoción agresiva de regiones como el Nordeste y el Pantanal evidencia esta evolución estratégica.
Los nueve millones de turistas proyectados para 2024 representan la cosecha de inversiones y aprendizajes iniciados hace una década. Los datos comparativos de turismo en Mundiales confirman que Brasil supo capitalizar su oportunidad como anfitrión, transformando un evento de un mes en un legado duradero que hoy posiciona al país como potencia turística global, demostrando que el valor estratégico de estos eventos se mide no en los noventa minutos de cada partido, sino en los años de desarrollo que pueden impulsar.



