La 123ª reunión del Consejo Ejecutivo de ONU Turismo se realizará los días 29 y 30 de mayo en el Real Sitio de San Ildefonso, Segovia, España, para designar al nuevo Secretario General que dirigirá el organismo entre 2026 y 2029, coincidiendo con el 50º aniversario de la agencia de Naciones Unidas especializada en turismo.
El proceso electoral se caracteriza por su naturaleza cerrada y secreta. Cada candidato dispondrá de únicamente diez minutos para exponer sus líneas estratégicas ante los 35 miembros del Consejo Ejecutivo. Posteriormente, los miembros deliberarán a puerta cerrada y la elección se decidirá mediante voto secreto, requiriendo una mayoría simple de al menos 18 apoyos para proclamar al nuevo secretario general.
Una vez conocido el resultado, la designación será anunciada al término de las sesiones en Segovia, pero deberá ser posteriormente ratificada en la Asamblea General de ONU Turismo, programada para noviembre en Riad, Arabia Saudí.
Con la retirada de la candidatura del actual secretario general Zurab Pololikashvili (apoyado originalmente por Georgia), cinco aspirantes de distintas regiones compiten por el cargo:
Gloria Guevara Manzo (México) se perfila como una de las favoritas, con experiencia tanto en el gobierno mexicano como en el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC). Su programa se enfoca en dar mayor visibilidad al turismo dentro de la agenda global, con especial atención a la inclusión y sostenibilidad como pilares del desarrollo.
Harry Theoharis (Grecia) plantea una visión centrada en la apertura institucional, la conciliación y el incremento de la base de miembros. Aboga por una ONU Turismo más representativa, incluyendo la incorporación de países como Estados Unidos o Reino Unido que actualmente no forman parte del organismo, y defiende una mayor rendición de cuentas.
Sheikha Al Nowais (Emiratos Árabes Unidos) representa una figura menos conocida que acercaría la organización a Medio Oriente.
Sus discursos se centran en la equidad y el desarrollo regional sostenible. Aunque no tiene experiencia conocida en representación gubernamental turística, su carrera profesional se ha desarrollado en el sector privado.
Los otros dos candidatos son Muhammad Adam (Ghana) y Habib Ammar (Túnez). Las tres candidaturas con mayores posibilidades son la mexicana, el griego y la emiratí, representando diferentes enfoques y regiones geográficas para el futuro liderazgo del organismo mundial del turismo.
El proceso para elegir al próximo Secretario General de la Organización Mundial del Turismo (OMT), dependiente de la ONU, enfrenta severas críticas por denuncias de opacidad, posibles acuerdos políticos y el silencio ante señalamientos de corrupción. Dos informes recientes revelan un sistema de votación secreta, la influencia de países como Emiratos Árabes Unidos y Georgia, así como la ausencia de mecanismos claros para garantizar imparcialidad en el proceso.
Mientras la Organización promueve el turismo como motor de desarrollo mundial, su propia elección parece regirse por dinámicas cuestionables, donde el lobby diplomático y las alianzas geopolíticas podrían definir el resultado, dejando en segundo plano la meritocracia y la transparencia que deberían caracterizar a un organismo internacional. Este mecanismo de selección ha sido fuertemente criticado por expertos en gobernanza internacional, facilita acuerdos bajo la mesa y reduce significativamente la rendición de cuentas.
El proceso carece de elementos básicos de transparencia: no hay debates públicos entre los candidatos, no se requiere que los países justifiquen su voto y no existen filtros anticorrupción obligatorios para los aspirantes. Esta situación contrasta marcadamente con otros procesos de selección dentro del sistema de Naciones Unidas, donde al menos existen discusiones abiertas y declaraciones públicas de intenciones.
Notas periodísticas profundizan en las irregularidades que rodean la elección y revela el papel protagónico de Emiratos Árabes Unidos y Georgia como países favoritos en la contienda. Ambas naciones han desarrollado una intensa campaña de lobby diplomático para impulsar a sus respectivos candidatos, con Emiratos Árabes Unidos siendo particularmente señalado por ofrecer incentivos económicos a naciones con derecho a voto.
México, siendo miembro activo de la OMT, no ha adoptado una postura firme sobre la transparencia del proceso. Organizaciones civiles han exigido al gobierno mexicano que demande mayor claridad en la elección, considerando la importancia estratégica que el turismo tiene para la economía nacional.
La relevancia de esta elección trasciende el ámbito diplomático, considerando que la ONU Turismo es la máxima autoridad global en turismo, un sector que representa el 10% del PIB mundial y genera uno de cada diez empleos en el planeta. Además, el turismo se considera clave para la recuperación económica post-pandemia en múltiples regiones.
Si el liderazgo del organismo queda en manos de figuras cuestionables, se debilitaría la credibilidad institucional y se pondría en riesgo la gobernanza del turismo internacional. Esta situación podría tener repercusiones directas en las políticas de sostenibilidad, desarrollo turístico responsable y cooperación internacional en el sector.
El silencio mantenido por la ONU Turismo y países clave como México solo alimenta las sospechas sobre la integridad del proceso. En un contexto mundial donde el turismo debe ser sinónimo de sostenibilidad y equidad, estas elecciones podrían establecer un precedente peligroso para la gobernanza de organismos internacionales dedicados al desarrollo económico y social.