MILAGRO DE LA VIDA
El esplendor de Roma en el siglo II de Nuestra Era sufrió severos embates; migraciones violentas y armadas (rumbo a esa ciudad) provocaron el desmoronamiento del imperio, y la huida de las familias patricias poderosas.
El único grupo romano que sobrevivió con éxito fue el que, en larga huida, se domicilió en la Ciudad de Bizancio, llamada después Constantinopla, y hoy conocida como Estambul, en el noreste del Mar Egeo, justo, en el estrecho del Bósforo que separa a Europa de Asia.
Los tremendos sufrimientos de ese éxodo fueron padecidos por varias generaciones en nomadismo.
Por más ruegos, sacrificios, ceremonias que ofrendaban a sus dioses (a Júpiter, Neptuno, Marte, Vulcano, Mercurio, Apolo, Juno, Vesta, Minerva, Ceres, y a decenas de divinidades más), no fueron oídos ni atendidos por todas esas deidades.
Por ello, y por otros motivos prácticos, el Emperador Constantino I, el Grande, convocó al Concilio de Nicea, población cercana a Bizancio, en donde declararon muertos a sus dioses, por ser inservibles e ineptos, en su totalidad.
Ese concilio inició sus debates el 20 de mayo del año 325 de nuestra era, y cerró sus trabajos el 19 de junio de ese mismo año. En sus conclusiones, la Roma del Oriente, hizo suya la religión hebrea, tomó como propia a la Biblia judía constituida, ahora, por 65 libros, y optó por el monoteísmo, decretando que su único dios era Yahvé.
Ese Concilio de Nicea acaba de cumplir 1700 años en esta anualidad moribunda que lleva por nombre 2025, sin que nadie recuerde a ese concilio.
Al finalizar las labores del Concilio de Nicea, se impusieron la tarea de crear nuevos textos para enriquecer a la Biblia judía, o, sea, al Viejo Testamento.
Con el Emperador Teodosio en el año 380, de nuestra era, avanzaron con el Edicto de Tesalónica, perfilando al cristianismo con varios libros denominados Nuevo Testamento. Cada uno de ellos era un Evangelio; hasta qué, siglos más adelante, sólo quedaron cuatro evangelios, que son las biografías de Jesús Cristo, firmadas por nombres puestos al azar (Lucas, Mateo, Marcos y Juan) cuando dios hijo, por disposición de dios padre, nace de una virgen humana, previo anuncio de dios espíritu santo, aportando (cada uno de ellos) datos biográficos muy similares.
En ese momento, para la religión y la cultura cristiana, se subraya y proclama, el fenómeno de la Natividad.
Empero, siendo hermosa la narrativa del caso preciso del nacimiento de ese llamado Jesús, cada vez que nace un ser humano, aparece y brilla el fenómeno de la Navidad.
Y cuando alguien mata a un ser humano va en contra de la Natividad y, por ende, de la Navidad.
Podríamos ampliar y aplicar ese concepto a todo lo que brota con vida: vegetales, animales, y seres humanos, quienes, querámoslo o no, seguimos siendo parte de la zoología.
Con ánimo extensivo, también podríamos incluir a los minerales, y a los elementos básicos de la vida.
En mi verdad, la vida es un todo universal, que, por lo pronto, lo sintetizo en dos palabras: ¡Feliz Navidad!, estimados lectores.






