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miércoles, junio 25, 2025

LA GUERRA Y LA PAZ

ALMA DE LA HISTORIA

El fenómeno histórico adviene con la naturaleza del ser humano; y este homínido lleva cerca de cuatro millones y medio de años moviéndose sobre este planeta llamado, por él mismo, Tierra.

Empero, pasaron varios millones de años sin que el humano supiera que llevaba, en sí, ese fenómeno denominado historia.

Se empezó a enterar de sus posibilidades históricas hace sólo 12 mil años, cuando dejó de ser nómada y se convirtió en sedentario.

Y después de todo un proceso, hace, apenas, 6 mil años, inició la configuración de la primera gran cultura, la egipcia, sobre las márgenes jugosas de vida de un gran río, el Nilo.

Dentro de ese lapso, a partir de que se vuelve sedentario, a cuando inicia la configuración de la primera gran cultura, nació y creció la conciencia sobre la Historia.

Empero, desde que apareció este homínido, en su alma lleva, por naturaleza esencial, eso que seguimos designando como “guerra” y como “paz”.

Obvio que las primeras historias fueron orales, colectivas, anónimas, pasaron como cuentos o leyendas, de generación en generación.

Nuestra primera escritura fue pictográfica, después fue ideográfica, más tarde fue jeroglífica; y en el siguiente paso, la cultura humana creó la escritura alfabética.

Hace tres mil años los glifos egipcios empezaron a unirse y a abreviarse; y, así, se logró la escritura alfabética.

De los egipcios, tomaron ese primitivo alfabeto los persas, los fenicios y los arameos. Del arameo se derivó el griego, y de éste el latín. Y del latín se crearon las lenguas romances, entre ellas el español.

No se nos olvide que los libros se escribían a mano, con el alfabeto que fuese; lo que significaba muchísimo trabajo, y el libro era muy efímero.

Fue hasta 1450 con la invención de la imprenta por el alemán Gutenberg, cuando la historia humana empezó a publicarse industrialmente, frente a un mundo lleno de analfabetos.

Pues bien, todo este recorrido, que espero les sea inquietante, conlleva a observar que todas las historias escritas son las memorias de la guerra y de la paz de la humanidad.

Al principio, dentro de las hordas de cinco a siete homínidos había sus mini guerras, entre hordas contra hordas también se daba la guerra; esas guerras eran a golpes, a mordidas, a arañazos, a cabezazos, con palos, piedras, tierra, agua, fuego, pero se herían o se mataban los unos a los otros.

Pasada esa etapa, las guerras fueron entre los cromañones, neandertales, denisovanos, selenosis, sapiens, con nuevas armas y mejores estrategias.

Más tarde las guerras siguieron siendo guerras entre los egipcios, hindúes, mesopotámicos, chinos, atenienses, espartanos, tebanos, macedonios, y los romanos, ya con armamento revolucionado y tácticas superiores.

La Edad Media estuvo pletórica de guerras. El renacimiento que lleva poco más de cinco siglos ha generado centenares de guerras, entre ellas, dos guerras mundiales.

Pero nuestras historias, que registran y describen nuestros actos bélicos y violentos, también nos narran las acciones y vivencias en las etapas pacíficas.

La guerra y la paz son las dos caras de una misma moneda: la vida del hombre.

Con el agravante del brutal desarrollo armamentístico que, con las fuerzas atómicas, rayos nucleares, cohetes teledirigidos, satélites en el espacio llenos de potencial bélico, gases letales, potentes y sofisticadas armas subterráneas, pueden destruir mil veces al planeta Tierra, el que sigue siendo el maravilloso mundo de la vida.

Sin embargo, los poderosos se han vuelto más brutos, alimañas más temibles, bestias más sanguinarias.

Aterra escuchar a Eric Trump planteando una simple posibilidad, muy real: “Si México lanzara misiles a EU sería decapitado por nosotros en manos de cuatro segundos”; mientras, su padre bombardea con armas letales y sofisticadas a Irán, sin consultar a nadie, calificando sus asesinatos de “éxito espectacular”.

Quebranto provocan las frases desgastadas que pronuncia la presidente de México: “La guerra representa el mayor fracaso de la humanidad. La paz no es sólo la ausencia de la guerra, sino la construcción de la justicia”, cuando, lamentable o afortunadamente, la guerra como la paz son parte sustantiva de la humanidad; y la justicia… la justicia acaba de ser asesinada por la presidente en nuestro país.

Algo más dijo nuestra presidente, tonteando otra vez: “Las mujeres somos más honestas y mejores administradoras que los hombres”, cuando en México, como en el mundo, hay mujeres y hombres muy honestos, muy inteligentes, muy trabajadores, pero también, hay hombres y mujeres muy corruptos, muy ineptos, muy traidores y muy holgazanes.

¡El alma de la historia nos juzgará a todos!

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