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lunes, octubre 13, 2025

NOBEL DE LA PAZ   

LAS SOMBRAS DEL PODER                                                                                                                              

Alfredo Nobel (1833-1896), científico y empresario exitoso de origen sueco, inventor de la dinamita e impulsor de la guerra, a quien llamaban sus contemporáneos, el “mercader de la muerte”, estableció en su testamento los Premios Nobel con una cantidad de 31 millones de coronas suecas de finales del siglo XIX, lo que hoy equivale a 1700 millones de coronas suecas.

Esos Premios Nobel, por ende, tienen una raíz bélica, siendo ahora, ¿quién lo dijera?, los máximos trofeos que los humanos entregan (para galardonar) a personas que contribuyan significativamente, entre otras disciplinas: en medicina, física, química, literatura y en la paz.

El olor a dinamita de ese dinero se ha diluido, en la gloria que transpiran esos laureles del Nobel.

Ese curioso fenómeno histórico es, y seguirá siendo, la magia de las sombras del poder.

Donald Trump, presidente de los EU, presentía encabezar a los candidatos para la obtención del Premio Nobel de la Paz 2025. Presionó mucho a la Academia Noruega.

Probó haber resuelto 8 guerras, en lo que va de su presente mandato; claro, ocultando sus sucias maniobras en los orígenes de esas beligerancias, y encubriendo su desmedida ambición personal en la mecánica de sus soluciones.

En esa conducta de Trump, otra vez, las sombras del poder asoman sus orejas.

Pero… el Premio Nobel de la Paz 2025 se otorgó a María Corina Machado Parisca, quien es ingeniera industrial y profesora venezolana de 58 años, y quien desde el 2002 inició sus actividades políticas, en muy diversos cargos de elección popular.

Se confrontó con Hugo Chávez; y siguió luchando en contra de Nicolás Maduro, cuando éste para gobernar hablaba con un pajarito.

Todas las elecciones se las ha ganado a Maduro, claramente y ante la mirada mundial. Ha sufrido persecuciones, inhabilitaciones, detenciones, y la han humillado de manera variada.

Víctima de todas las sombras del poder venezolano, logró Corina Machado, a través de postular a la presidencia de Venezuela a Edmundo González Urrutia, más del 90% de los votos emitidos, según las actas de casillas, y bajo la actitud inmadura de Maduro de desaparecer todo el papeleo electoral.

La mayor parte de los gobiernos latinoamericanos, incluyendo a los amigos de Maduro, le aconsejaron que probara, con actas de casillas, su triunfo presidencial; lo que, hasta la fecha, no ha podido demostrar.

Así que la obtención del Premio Nobel de la Paz 2025 es una carambola de tres bandas que supo ejecutar la Academia de Noruega.

Satisface indirectamente al presidente Trump. Remueve y fortalece a una oposición venezolana humillada por el poder tiránico. Alienta a una democracia liberal predominante, en el mundo occidental, que aún no agota sus posibilidades de desarrollo, a pesar de las torpezas de un gobierno gringo que sigue cerrado, literalmente cerrado.

Tan cerrado como el binomio cómplice de Sheinbaum-López, quienes no son expresiones matemáticas, pero sí imposiciones políticas fraudulentas.

Mentirosos y corruptos por todos sus flancos.

Daré un solo ejemplo de ello.

Aseguró la presidente formal que en su primer informe asistieron al Zócalo de la CDMX 400 mil simpatizantes, cuando todo el espacio ocupable de ese zoco llega apenas a 46 mil metros cuadrados, de pared a pared en ese rectángulo.

Tres personas físicas colocadas en un metro cuadrado, se ahogarían entre sí, en esos 46 mil metros cuadrados; y, a lo máximo, sumarían 138 mil individuos, y no 400 mil.

Así que, para tener ahí, en ese zócalo 400 mil acarreados, se necesitaría un segundo piso, y parte de un tercer piso.

¡Ah!, como gozan mintiendo.

Si hubiera el premio nobel de la mentira y de la corrupción, sin duda alguna, los compinches Sheinbaum-López serían los ganadores.

Bajo las sombras del poder se sigue encubriendo esa parejita presidencial.

O, para colmo, todos los seguidores de Maduro, ahora propagan que quien debe recibir el Nobel de la Paz es Nicolás Maduro; el descaro impúdico suele surgir de las miasmas sombreadas por el poder maligno.

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