En Catedral tuvo lugar el Oficio de Lectura y Laudes encabezados por el rector José Guadalupe Franco: esta práctica se pretende instaurar todos los días para recibir a Dios y darle gracias por un nuevo día
En estos días Santos y en víspera del Triduo Pascual la Iglesia Católica ha reanudado tras años, la práctica de la oración por la mañana con todos los fieles. A temprana hora de este jueves Santo en Catedral de Morelia los presbíteros del Cabildo Metropolitano celebraron el Oficio de Lectura y Laudes.
Se trata de alabar a Dios Nuestro Señor, saludarle por la mañana, y orar por toda la Diócesis y los católicos morelianos acompañaron a los ministros, pero de acuerdo al padre José Guadalupe Franco, rector de Catedral, la intención es ir haciéndolo ya todos los días en la medida que haya respuesta de los feligreses.
Durante media hora los fieles católicos congregados oraron dando gracias a Dios por un nuevo día, culminando con el Padre Nuestro, la oración de alabanza que Jesús legó a la humanidad.
Entrevistado al final de la lectura, el rector de Catedral explicó que los laudes son alabanzas para dirigirlas a Dios en el comienzo del día y pueden tener lugar todos los días del año.
Fue breve al señalar que antes no se acostumbraba hacerlo en jueves Santo pero luego de la reforma litúrgica se ha impulsado con más fuerza, pero lamentó que «desgraciadamente no en todos los lugares lo hacen».
El rezo de los laudes comienza por una invocación a Dios mientras nos santiguamos: “Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo…” Suele hacer alusión o a la hora del día, la mañana, una nueva jornada, o al tiempo litúrgico, tras del cual viene un primer salmo, llamado “matutino”, que suele hacer referencia a la mañana, o a un nuevo día, o a entrar en la presencia del Señor.
Entonces se entona un cántico a manera de oración y plegaria para dar paso al tercer salmo que es de alabanza, bendiciendo al Señor en la mañana.
Después una lectura muy breve, apenas unos versículos pero no del Evangelio, sino como un breve pensamiento espiritual que ilumine la jornada que se inicia. Entonces viene el cántico evangélico: “Bendito sea el Señor, Dios de Israel…”, ya que cada día, cada jornada, es un nuevo día de gracia y salvación donde nos visita Cristo, Sol que nace de lo alto. Al rezarlo, confiamos que la salvación de Dios siga avanzando, que su luz destruya toda tiniebla en nuestro mundo.
Las preces, a continuación, son la consagración del día, su tono es más bien el del ofrecimiento de obras al Señor, y son coronadas con el Padrenuestro, y una oración final cierra el conjunto. Esta oración, en el tiempo ordinario, hace alusión al nuevo día que comenzamos, en los tiempos fuertes, sin embargo, es la oración propia del día, la oración colecta de la misa.