«Les he dado ejemplo para que lo que yo he hecho por ustedes también ustedes lo hagan», fueron recordadas las palabras del Señor este Jueves Santo por el Arzobispo
Este Jueves Santo tuvo lugar la celebración de la Misa de la Ultima Cena en que se recuerda cuando tuvieron lugar las tres instituciones dejadas por Nuestro Señor Jesucristo y que son, además de la Eucaristía, la institución del sacerdocio, y el mandamiento del amor, tres instituciones que nos ha dejado Cristo para recorrer este camino de salvación. Hoy ha iniciado el Triduo Sacro.
Fue leído el Evangelio de San Juan donde da cuenta de lo que tuvo que pasar Jesús tras de reunirse en la llamada Ultima Cena con sus apóstoles, para después ser entregado por Judas a los romanos y sufrir su Pasión y Muerte en la Cruz para resucitar con Gloria al tercer día, que es el Triduo Sacro, durante la Homilía en la misa presidida en Catedral por el Arzobispo de Morelia, Monseñor Carlos Garfias Merlos, en que fue el memorial de la institución de la Eucaristia, del ministerio del sacerdocio, y el mandamiento del amor, tres misterios parte fundamental de nuestra Iglesia Católica, dijo.
Se cumplen las escrituras y nos da la esperanza y la certeza «de que algún día participaremos de la Resurrección de Cristo, conmino a los sacerdotes a renovar la alegría del entusiasmo por la vocación al sacerdocio y el compromiso de vivir con mayor anhelo de santidad y mayor disposición de servir a nuestros hermanos en el ministerio», llamó el jefe pastoral a los ministros de Dios, para después invitar a todos a dar gracias a Dios por el gran regalo de la Eucaristía en que la sangre preciosa de Cristo y su cuerpo divino se convierten en vino y pan, «demos gracias por ese momento extraordinario y por ese cuerpo y sangre de Cristo que se nos da de alimento y que nos ha ayudado a ser el pueblo y la Iglesia Católica, sigámonos alimentando del pan divino y la sangre preciosa», pronunció en compañía del Cabildo Metropolitano del templo mayor y junto al rector de Catedral, presbítero Juan Manuel Quiroz Armenta, y los fieles ahí presentes esta tarde, en esta celebración especial en que se conmemora que Cristo se ofreció en cuerpo y derramó su sangre para que quien coma y beba de ellos tenga vida eterna, quedándose en la Eucaristía para siempre con nosotros. Pan y vino que son fuente de santidad.
Y prosiguió Monseñor Garfias Merlos recordándo el mandamiento del amor entre unos y otros: «amémonos como Cristo nos ha amado», seamos generosos, bondadosos, misericordiosos y compasivos como Cristo lo ha sido, y que este amor que Cristo nos ha dejado como herencia y como mandato, nos alimente en este esfuerzo de santidad».
«Demos gracias a Cristo por el amor, el testimonio y por su enseñanza», oró, y que la Gracia de Dios nos llegue en abundancia.
Después procedió al lavatorio de los pies a los doce, pasaje en que Jesús muestra una vez mas su humildad siendo divino, y en que se rememora cuando Jesús enseñó a sus discípulos que vino para servir y les conminó a seguir su camino de humildad y servicio para con los demás.
El Arzobispo reflexionó sobre las tres instituciones dejadas por Nuestro Señor antes de derramar en la Cruz su preciosa sangre y morir por nosotros, y precisó que la Eucaristía aun en medio de las circunstancias y en medio de todas las situaciones que se han suscitado, es la presencia de Dios para el camino de la salvación. Y hoy podemos agradecer a Cristo la Eucaristía, el pan y el vino que se transforman en su cuerpo y su sangre: alimento de vida eterna.
Esta tarde no fueron hechas sonar las campanas en el inicio del Triduo Sacro, o los tres días santos en el memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.