Cada vez más desvirtuada la “fiesta” de la Tenencia
Lo que hasta no hace mucho era una auténtica fiesta familiar, el 15 de agosto en Santa María es ahora un verdadero dolor de cabeza para los vecinos: la tenencia se ha convertido en esa fecha en la cantina más grande Morelia, donde lo que menos hay son familias disfrutando y, en cambio, lo que pululan son pandilleros y delincuentes.
La “festividad” de este año sobrepasó a todas, por la venta indiscriminada de vino y alcohol que las autoridades permitieron en la calle, durante todo el día y noche, a niños, jóvenes y mayores por igual. Ya para la tarde de este miércoles 15, las disputas y los problemas que se generan al calor del alcohol, fueron el distintivo.
Jóvenes y mayores –hombres y mujeres por igual- orinando en la vía pública, peleando y discutiendo, obstruyendo con sus autos las cocheras de los vecinos, muchos de ellos armados, son ya la característica de esta “festividad”.
En su momento, al dar a conocer en rueda de prensa la “Feria del Mole” en Santa María, el jefe de la Tenencia, Wilberth Rosas Monge, justificó que había permiso para la venta y consumo indiscriminado de alcohol, “porque así lo marca la tradición”.
Y pese a que apenas hace un par de años se desató una balacera en un palenque clandestino que se organizó en las calles aledañas a la plaza principal de la Tenencia, con saldo de dos personas muertas, en esta ocasión incluso se organizaron jaripeos, obviamente también clandestinos, aunque todo mundo, vecinos, policías y autoridades, saben de ellos.
Paradójicamente, lo que se supone que es el evento central de la festividad en Santa María, la Feria del Mole, ha pasado desde hace mucho a segundo término: los vendedores del producto son relegados incluso a los espacios menos importantes, porque éstos se reservan para los negocios que venden alcohol en cualquiera de sus modalidades.
Lamentablemente, este miércoles volvió a ser notoria la ausencia de elementos policiacos, al menos en el número suficiente para generar un ambiente de seguridad.
