Deja un legado en defensa de los agricultores y productores, movimiento que debe de continuar ante las injusticias que padecen, señala su esposa
Familiares, amigos y ciudadanos se sumaron a la marcha silenciosa que partió de la Fuente de Las Tarascas hacía Catedral para exigir justicia y clamar paz para Bernardo Bravo Manríquez, líder limonero de Apatzingán asesinado el pasado domingo.
Un contingente de unas 200 personas, vestidas de blanco, portando cartulinas con mensajes de paz y justicia, además de fotografías de Bernardo, camino en silencio hasta el atrio de la catedral donde culminó el triduo en su honor y por su descanso con una misa.
Ahí, su esposa, Giselle Navarro Lepe, clamó por paz para las víctimas de la ola de violencia que azota al estado y al país.
Exigió justicia para su marido, a quien calificó de bueno y siempre preocupado por el campo y los limoneros. Un hombre preocupado y con el afán de dignificar la actividad.
Enfatizó que ahora Bernardo deja un legado en defensa de los agricultores y productores, movimiento que debe de continuar ante las injusticias que padecen y que defendía Bravo Manríquez.
El legado de Bernardo Bravo ahora es el movimiento social por la paz, destacó.
La también presidenta del Tribunal Electoral del Estado, indicó que lo ocurrido no debió pasar, no con Bernardo, no con nadie. «Eso no debe de ocurrir jamás». Tenemos que seguir con el legado de mejores condiciones pero sobre todo paz social para Michoacán, reiteró.
La marcha concluyó con la misa y la ahora viuda así como hermanos y amigos de Bravo Manríquez se retiraron del Centro Histórico de la capital michoacana.
