Monseñor Armando Álvarez encabezó la celebración guadalupana y definió que «no se trata de una paz a base de soldados sino una paz que brote de la justicia y la armonía»
La fe y devoción del pueblo se volcó este mediodía de 12 de diciembre sobre la Virgen de Guadalupe, y en gran afluencia llegaron los peregrinos al Santuario de Nuestra Señora Santa María de Guadalupe desde temprana hora para cantarle Las mañanitas, y a lo largo de todo el día llegaron a cumplirle la manda prometida, presentarle a sus niños, y honrarla, cantarle y rezarle así como para asistir a la misa central que estuvo encabezada por Monseñor José Armando Álvarez Cano, obispo Coadjutor de la Arquidiócesis de Morelia, quién exaltó la figura de María de Guadalupe nuestra madre y pronunció que hoy nuestro país pasa por momentos difíciles «y todos de alguna manera hemos de sentirnos comprometidos por conseguir la paz que es sin duda la misión que hoy tenemos y que ha traído Nuestra Madre, que nos invita a construir un país en paz, un México donde no reine la violencia ni el odio entre los hermanos, sino que ella, signo de unidad, es para nosotros esa misionera que nos trae a Jesús que es nuestra paz».
De esa manera los cristianos, dijo, tenemos qué convertirnos al igual que nuestra Madre de Guadalupe en misioneros de la paz «pero no una paz a base de soldados, sino que brote de la justicia y de la armonía entre nosotros, que brote de las personas , desde nuestras familias y en nuestros pueblos, no una paz donde manden los ejércitos», y esa paz es el anhelo más grande que México pide a la Guadalupana, sostuvo ante la imagen de la venerada Madre de Dios y Madre Nuestra como Reina de México, pues «por encima de cada una de nuestras necesidades particulares está una petición que tenemos para ella, y la paz no es solo una necesidad sino una tarea también en que debemos colaborar nosotros», convocó, siempre unidos a Nuestra Madre de Guadalupe para pedir a Dios la paz y que interceda ella constantemente por nosotros.
Tras de leer el Evangelio según San Lucas que repasa el pasaje de la visitación donde María quedó llena del Espíritu Santo, y que visitó a su prima Isabel que la reconoció como bendita entre las mujeres y madre del Salvador, Monseñor Álvarez Cano obdervó que México también así se dirige a nuestra Morenita del Tepeyac y le dice «¿quién soy yo para que la Madre de mi Salvador venga a verme?», y de que tengamos la dicha de tenerla como Reina de México, bendición para nuestro país desde el día en que ella decidió habitar aquí.
El jefe de la grei católica también recordó las palabras dichas alguna vez por el Papa Francisco quien había celebrado que los mexicanos tienen ventaja y son benditos por tener aquí a Nuestra Madre, pero también había señalado que si esa bendición y distinción no es ocasión de que el demonio esté atentando constantemente, atacando y poniendo a prueba la fe de los mexicanos, observó Monseñor Álvarez Cano durante su homilía en que expuso ante los presentes que colmaron el recinto guadalupano que María vino en ayuda de los necesitados y así se ha hecho presente en medio de un entorno de dificultad, incluyendo las luchas apocalípticas como la guerra de la conquista en que los indígenas se habían sentido desprovistos de su fe como de su tierra y de haber sido derrumbado sus pueblos.
Pero es así, sostuvo el jefe Coadjutor de la Arquidiócesis de Morelia, que viene la Virgen María en su advocación de Guadalupe como un signo de unidad, y con su amor y ternura a hacer de México su morada, dando el mensaje con su imagen primero a esos indígenas en que ellos reconocieron la imagen de Dios a través de su propia madre que es ella.
Al término de la celebración eucarística monseñor Álvarez Cano oró: «Santa María de Guadalupe, esperanza nuestra, salva nuestra patria y conserva nuestra fe», y desde el altar bendijo las rosas que fueron hechas traer y que posteriormente fueron regaladas a cada uno de los asistentes para que desde su hogar las contemplen para aumentar su fe, así como bendijo rosarios e imágenes de Jesús y de la Virgen de Guadalupe.
