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miércoles, diciembre 24, 2025

«No estamos solos y el mal no tiene la última palabra», dice Arzobispo a fieles en mensaje de Navidad

«Que Cristo nuestra esperanza y nuestra paz, nazca en cada hogar, especialmente en aquellos que más lo necesitan»                                                     

Dios no abandona a su pueblo: nace en medio de la pobreza, de la violencia estructural, y del rechazo para decirnos que ninguna realidad humana está perdida cuando Él está presente. «No estamos solos y el mal no tiene la última palabra», ha dicho esta noche Monseñor Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Morelia al pueblo de Dios de esta demarcación eclesial.

En su mensaje de Navidad este 24 de diciembre observó que «celebramos la Navidad en tiempos marcados por contrastes, en donde hay luces pero también sombras, hay deseos de bien pero también heridas abiertas en nuestra sociedad y en nuestras familias» en que muchos viven con miedo, con cansancio, con incertidumbre por el futuro, «y precisamente ahí donde parece ser la noche más oscura Dios hace nacer su luz», exaltó el jefe pastoral, y el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz.

«La Navidad nos recuerda hoy que la esperanza no es ingenuidad, es una decisión de fe» y Dios habiendo nacido entre los más pobres y en una familia humilde «con este gesto nos deja en claro que su Reino comienza desde abajo, desde los más sencillos y esta buena noticia sigue dirigida a los últimos de nuestros tiempos: a los pobres, a los enfermos, a las víctimas de la injusticia, a los migrantes y a quienes se sienten olvidados, a las familias heridas», señaló, y a todos ellos Dios les dice «no están solos, su vida importa, su dolor no es invisible, en el Niño de Belén Dios se hace cercano y solidario con cada sufrimiento humano, es el dios de la paz como lo anunciaron los ángeles», y esta paz no es evasión ni silencio de la injusticia, es un don que nos compromete, enfatizó.

Monseñor Garfias Merlos repuso que la paz se construye cuando defendemos la vida, cuando sanamos relaciones rotas, cuando elegimos el perdón sobre el rencor, cuando cuidamos a los más pequeños y vulnerables. «En Navidad Dios nos confía el tema de ser artesanos de la paz en nuestros hogares y comunidades.En esta Navidad 2025 con toda la Iglesia les anuncio con gozo la justicia que transforma la historia: Dios ha puesto su morada entre nosotros no con armas sino en la fragilidad de un niño envuelto en el amor de una familia sencilla, el Verbo se hizo carne», celebró el Arzobispo.

Dirigió el prelado sus palabras en este mensaje de Navidad a las familias, que son corazón de nuestra sociedad y de la Iglesia, sabiendo que muchas de ellas atraviesan dificultades, divisiones, ausencias, pobreza, migración, y violencia: «a ustedes les digo con cercanía de pastor que la sagrada familia de Nazareth también conoció la precariedad, el exilio y la incertidumbre por lo que les llamó a que el ejemplo de María y José con Jesús «nos enseñe a cuidar el amor aún en medio de la oscuridad». Y que esta Navidad sea un llamado profético, dijo, que no nos acostumbremos al dolor, ni a normalizar la violencia, ni a cerrar el corazón al sufrimiento del hermano «el nacimiento de Cristo nos incomoda y nos mueve porque nos recuerda que cada persona tiene una dignidad sagrada. Hoy ha nacido El Salvador y desde él renace la vida, la justicia y la fraternidad».

«Querido pueblo de Dios y personas de buena voluntad -convocó el jefe pastoral- abramos el corazón al Niño de Belén y dejemos que Él transforme nuestros miedos en confianza, nuestras divisiones en encuentros, y nuestro cansancio en esperanza. Que esta Navidad nos impulse a mirar la realidad con los ojos de Dios y a caminar juntos sosteniéndonos unos a otros. Que Cristo, nuestra esperanza y nuestra paz, nazca en cada hogar especialmente en aquellos que más lo necesitan», oró finalmente, antes de bendecir a la feligresía.

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