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sábado, julio 26, 2025

TRABALENGUAS

LA NARCOGUERRA DE CULIACÁN

La narcoguerra que se libra en Culiacán y diversas partes del estado de Sinaloa parece no tener fin, el número de víctimas mortales aumenta, muchos de ellos civiles, incluyendo niños, pese a la presencia de militares y diversos cuerpos de seguridad.

Lo anterior derivado de los enfrentamientos entre los grupos de narcotraficantes; esta lucha, es una muestra más de la ingobernabilidad que existe en vastas zonas del país y que demuestra que el gobierno Federal ni tiene la voluntad ni la capacidad bélica de enfrentar a los cárteles.

La guerra entre facciones del Cártel de Sinaloa ha rebasado los límites de Culiacán y se extendió a 13 municipios, la disputa del territorio entre Los Chapitos y Los Mayos ha dejado mil 200 asesinatos, 39 niños muertos, mil 400 desaparecidos en ocho meses y pérdidas económicas millonarias.

Hoy, la capital de Sinaloa se enfrenta no solo a la violencia del día a día, sino a un derrumbe económico que ha dejado a miles de desempleados y calles llenas de cortinas metálicas bajadas.

En el corredor comercial de Tres Ríos, una de las zonas que alguna vez simbolizaron el auge económico y la modernidad de Culiacán, el panorama es desolador. Los negocios de mariscos, tan tradicionales en la ciudad, han ido desapareciendo uno a uno.

De acuerdo con la Alianza para el Desarrollo y Competitividad de las Empresas (ADECEM), desde hace un año, más de 15 mil 700 empleos formales se han perdido y alrededor de 4 mil empresas han cerrado en Sinaloa, la mayoría en Culiacán.

La violencia derivada de la guerra entre las facciones de Los Mayitos y Los Chapitos, tras la entrega de Ismael El Mayo Zambada el 25 de julio de 2024, no solo dejó muertos, sino también una ciudad atrapada en la incertidumbre económica.

El presidente de la ADECEM, Julio César Silva, advierte que los sectores más golpeados han sido el comercio, los servicios, la venta de vehículos y el sector inmobiliario. Según la misma organización, las pérdidas económicas superan los 6 mil millones de pesos y se reflejan en cada esquina. En la calle Álvaro Obregón, antes bulliciosa, hay más locales cerrados que abiertos.

Los bares y cafés apenas sobreviven con horario restringido. Por las noches, las calles del centro se vacían como si cayera un toque de queda no declarado. A las 20:00 horas ya no hay tráfico. Las banquetas están solas. Únicamente algunos patrullajes esporádicos rompen el silencio.

En las avenidas principales, retenes del Ejército y de la Policía Estatal se han vuelto parte del paisaje cotidiano, intentando cercar a los grupos armados y prevenir nuevos brotes de violencia; sin embargo, el temor persiste.

Este es el estado de guerra que se vive en Sinaloa, donde las autoridades mexicanas, están perdiendo la guerra, una guerra no declarada en la que medio intervienen con pocos resultados, que los magnifican en los discursos de la mañanera.

Esta situación de guerra, que no se ve para cuando acabar, más bien parece que pudiera extenderse a otras entidades como Jalisco, Guerrero y Michoacán, donde los enfrentamientos por el control de territorios, es cotidiano.

Conste que avisamos desde ahora.

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