EDADISMO DIGITAL
México envejece aceleradamente y para 2050 más del 20 por ciento de la población tendrá 60 años o más. Sin embargo, gran parte del ecosistema digital sigue diseñado para jóvenes, dejando fuera a quienes también usan apps y tienen poder adquisitivo. Este fenómeno se llama edadismo digital.
Expertos señalan que no se trata de incapacidad, sino de estereotipos en el diseño. La IA puede ser la clave para crear experiencias más accesibles y aprovechar un mercado en expansión. Los adultos de más de 50 años con tiempo libre, consumo activo y disposición para usar tecnología.
El verdadero reto es cómo incluir a los adultos mayores en la tecnología, y es como decía anteriormente, México se está volviendo viejo, hoy el 14 por ciento de la población tiene más de 60 años, en muchos casos el uso de sus smarphones es lo básico, hacer llamadas, enviar mensajes y si tiene un mayor conocimiento, enviar una foto o video.
Algunos usuarios mayores de 60 años se quejan, por ejemplo, de las apps de los bancos, aseguran que son poco intuitivas, el tamaño de la letra es muy pequeño y eso dificulta su uso.
Por ello, combatir el edadismo digital implica enfrentar una forma específica de discriminación por edad que se manifiesta en el acceso desigual a la tecnología, especialmente entre personas mayores.
Para desmantelar ese estereotipo se necesita romper con la idea de que los mayores “no entienden” la tecnología. Esta creencia limita el diseño inclusivo y perpetúa la exclusión. También hay que combatir el sentimiento de “ser demasiado viejo para aprender”, que desincentiva el uso de herramientas digitales entre adultos mayores.
Ante ello, habrá que promover un diseño inclusivo, adaptar interfaces digitales para que sean más accesibles: tipografías legibles, navegación intuitiva, asistencia contextual. Hay que Incluir a personas mayores en el proceso de diseño de productos tecnológicos para asegurar que sus necesidades sean consideradas desde el inicio.
Para cerrar esa brecha tecnológica generacional, hay que crear espacios de aprendizaje compartido entre jóvenes y mayores, donde se intercambien habilidades digitales y experiencias de vida; implementar programas comunitarios que enseñen habilidades digitales básicas en centros de salud, bibliotecas o asociaciones vecinales.
Y desde el luego, el gobierno deberá impulsar políticas públicas de inclusión digital, garantizando el acceso a dispositivos y conectividad para personas mayores, especialmente en zonas rurales o marginadas, así como desarrollar campañas institucionales que promuevan la ciudadanía digital en todas las edades.
Pero hay que comenzar desde ahora.