La democracia es todo un asunto deliberativo con enfoque hermenéutico por las interpretaciones múltiples que se tienen respecto a esta forma de gobierno que tiene una larga data de 25 siglos en Atenas, la polis griega que se distinguió por el forje de la filosofía política clásica, temas que abordaría por ejemplo Platón en su obra La República, primera de la ciencia política que se tenga registro.
En México se habla de la democracia incluso para elegir jueces, magistrados y ministros en el ámbito judicial, lo cual divide opiniones discrepantes y lógicas. En otros países se tiene una mayor maduración democrática desde hace siglos, es el caso de los Estados Unidos de América que esta semana vive una elección que se prevé sui generis, esto lo escribimos horas antes de que inicie el proceso que ha sido cerrado en materia de encuestas.
Hace casi dos siglos Alexis de Toqueville escribió La Democracia en América, en ella abordaba los claroscuros del vecino país del norte, fortalezas y debilidades, igualdad ante la norma. Posteriormente, en el vecino país del norte se libró una guarra civil, norte contra sur, los de la unión contra los confederados esclavistas, el presidente norteamericano lo fue en ese entonces Abraham Lincoln, mismo que abolió la esclavitud y pronunciaría un celebrado como breve discurso.
El 19 de noviembre de 1863 Abraham Lincoln pronunció el discurso más célebre en la inauguración del cementerio en memoria de los combatientes de la Unión que tomaron parte de la batalla de Gettysbur, la pieza retórica no duró más de tres minutos justo fue en ese sitio en donde el mandatario a manera de epílogo anunció que nunca desaparecería sobre la faz de la tierra el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
En Estados Unidos el sistema es bipartidista a diferencia del mexicano que es pluripartidista, el Partido Demócrata y el Partido Republicano representan dicha bipolaridad desde hace un tiempo considerable la alternancia es un práctica común, digamos que es su normalidad democrática.
Además habría que destacar que desde su fundación el vecino país del norte jamás ha enfrentado un golpe de estado, tal vez lo más oscuro que vivió fue el desplante de Donald Trump que azuzó a sus seguidores a invadir El Capitolio.
El discurso de Trump ha sido en muchos casos racista, excluyente y belicoso, rompe las formas tradicionales, no es lo suyo la diplomacia. Kamala Harris contuvo la debacle anunciada en el Partido Demócrata porque la candidatura original no fue ella sino el presidente Joe Biden que tuvo una desafortunada intervención en el debate contra Trump, se encendieron las alarmas y declinó en su aspiración y fue reemplazado por Kamala Harris, las cosas se compondrían aunque durante el trecho de campaña más bien se registró un empate técnico y con ello la incertidumbre.
Aún con todo lo que se puede decir de Trump, el republicano ha ganado la presidencia con relativa facilidad.
México deberá meditar cómo mantener la relación comercial y política con quien será el próximo inquilino de la Casa Blanca. Vendrá la revisión del TMEC, las agendas bilaterales en temas de gran importancia como la emigración como todo un fenómeno global. La coordinación entre naciones para combatir el flagelo que representa el crimen organizado y muchos temas más.