Se ha efectuado la jornada electoral para elegir jueces, magistrados y a quienes habrán de integrar la Suprema Corte de Justicia de la Nación, algo que detectamos que ha quedado registrado ha sido el alto abstencionismo para sufragar: 87 por ciento decidió no acudir. Habría que agregar que muchos votos fueron anulados, en gran medida un alto porcentaje de la población no tenía conocimiento de los perfiles elegibles para la conformación del Poder Judicial.
Se tejen diversas expectativas de cara al futuro cercano que iniciará el mes de septiembre, algunas personas elegidas cuentan con trayectoria en la judicatura, algunos otros han sido destacados abogados postulantes. En contraste, cunden las personas improvisadas y vinculadas con diferentes niveles de gobierno sin un ápice de la llamada meritocracia.
Un asunto no menor porque reviste una importancia superlativa tiene que ver con una auténtica división de poderes que facilite los equilibrios, el poder no puede recaer en pocas manos porque da paso al autoritarismo, tal fue la consigna entre los doctrinarios de la enciclopedia europea del siglo XVIII.
Esto significa que el Poder Judicial no debe ser un apéndice del Ejecutivo porque ello significaría un retroceso, aunque también es cierto que se ocupaban y ahora mismo se requieren cambios, por ejemplo, poner un freno al nepotismo.
Se necesitan juristas de verdad en el ámbito judicial y no activistas de partido, nuestro país enfrenta serios problemas en materia de legalidad, urge la justicia y no la frivolidad. La impunidad resulta elocuente en nuestro país, ésta tiene un superávit ostensible como ofensiva.
Muchos delitos quedan sin castigo, lo cual contribuye de manera obvia en maltratar más al tejido social, con ello tampoco hay condiciones de gobernabilidad ante la penetración de los poderes fácticos, principalmente del crimen organizado que genera zozobra ante la falta de respuesta gubernamental.
Aunque habría que decirlo, en materia penal los problemas en muchos casos derivan de las agencias del Ministerio Público quienes son los que integran las carpetas de investigación antes llamadas averiguaciones previas, las cuales en muchos casos están mal conformadas.
La pregunta es que ya en sus nuevos cargos jurisdiccionales realmente haya cambios positivos en el Poder Judicial, aunque es complejo asegurarlo porque muchas y muchos de quien serán electos desconocen el entramado en estos menesteres porque carecen de experiencia alguna y fueron favorecidos por los acordeones que se repartieron en las vísperas de la jornada del primero de junio.
No puede pasar desapercibido el altísimo nivel de abstencionismo de los ciudadanos que optaron por no asistir a las urnas porque no les interesó, fue muy precaria la votación porque de acuerdo con el Instituto Nacional Electoral apenas fue de un 13 por ciento, esto resulta elocuente porque había un desconocimiento obvio de las y los candidatos a cargos en el ámbito judicial.
Además, a diferencia de las elecciones diríamos tradicionales ahora no se sabría el mismo día las tendencias ni resultados preliminares, sería días después, lo cual genera un escenario atípico que parece un disuasivo lejos de ser un estímulo.
Habrá que esperar acontecimientos tras las elecciones, lo cierto es que nuestro país exige justicia.
