Ahora que estamos en el fin del año 2025 viene muy bien retornar a nuestras bibliotecas y sumergirnos en la literatura que es una poderosa forma de conectar con la imaginación y así viajar a lugares espléndidos. Más allá de los géneros literarios, cualquiera de ellos es una invitación para ampliar los horizontes mediante esta forma sencilla de consumir cultura, Alemania e Islandia son los países en los que más se leen libros, por su parte en Estados Unidos de América es en el que hay más bibliotecas. Nuestro país está en un lugar distante de ambas opciones, es decir en la lectura como en bibliotecas.
Mucha gente inicia en la literatura con la lectura de algún cuento, en especial El Principito, cuyo autor es Antoine de Saint Exupéry, una obra destacada para cualquier edad por la filosofía que le imprime el escritor francés y conecta fácilmente con los lectores.
Prosa y poesía, el continente de las letras como los signos y símbolos que enriquecen, pienso en autores como Octavio Paz, el distinguido Nobel mexicano autor de El Laberinto de la soledad, César Vallejo, Sergio Pitol, Alejo Carpentier, William Shakespeare, Miguel de Cervantes Saavedra y Gabriel García Márquez, también Karol Wojtyla –Juan Pablo II-.
En cuanto a la poesía podemos hablar de un ejército de metáforas, construcciones gramaticales que vuelan al cosmos para describir mundos; así podríamos decir del continente de dicho género.
Siempre será oportuno evocar poetas porque, sencillamente, la lista es interminable desde los poemas épicos de Homero o los místicos de Akenatón el faraón egipcio, hasta llegar a Jaime Sabines, Mario Benedetti y Nicolás Guillen, por citar solo algunos en diferentes eras.
La poesía está presente en cada cosa que se ama y que por tanto se vive; desde los versos dolientes y petrificados de Pedro Bonifacio Palacios –Almafuerte-, o en el juego de palabras y envestido de modismos nuevos para su tiempo con Ramón López Velarde.
Decía Chabuca Grande que el idioma español es tan bello que no había necesidad de proferir malas palabras, tenemos a poetas de la talla de Miguel Hernández quien escribió las nanas de la cebolla, o Federico García Lorca y su Romancero Gitano. Ambos vates de la generación del 27.
México posee un gran acervo poético que deja testimonio de inspiración, vivencias y truenos. Jaime Sabines escribió que los amorosos están locos, sin duda es menester estarlo, poéticamente hablando, porque la cordura no dicta las emociones al vuelo ni las explaya por el torrente sanguíneo.
No hay una etapa en la historia de la humanidad en que no estén presentes los versos, desde épocas muy remotas, existe todo un mundo por el que transita la poesía todos los días del año con todas sus noches.
El arte y la cultura son un binomio imprescindible si realmente se le apuesta a la reconstrucción del tejido social, por ello las políticas púbicas en la materia no deben postergarse. Este tiempo es propicio para buscar refugio en la literatura.






