Cito a Milán Kundera quien expresaría que la historia es la lucha del olvido contra la memoria, en nuestro registro como país no debe ser anulado el recuerdo de una fecha oscura contra la democracia como lo fue, sin dudarlo, el 6 de julio de 1988.
Ya han transcurrido 37 años de aquel 6 de julio que fue un día marcado por el fraude del partido- gobierno porque tal fue la simbiosis con el Partido Revolucionario Institucional y el poder oficial, ambos fueron uno. El tricolor se constituyó como el brazo electoral del antiguo régimen.
La primera magistratura de la nación fue disputada entre el Partido Revolucionario Institucional y el Frente Democrático Nacional, contendieron por el oficialismo Carlos Salinas de Gortari y por la oposición Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, también participó Manuel Clouhtier por el Partido Acción Nacional y Rosario Ibarra por el Partido Revolucionario de los Trabajadores, aunque los dos primeros fueron los punteros.
Las irregularidades en la citada jornada electoral se constituyeron como un gran fraude electoral, muertos que votaron, boletas incineradas, así como diversas artimañas patentadas por el priismo.
Resulta obvio señalar que el antiguo régimen ya acusaba un evidente desgaste, una erosión por múltiples errores y desenfrenos, ya había pasado la etapa del famoso milagro mexicano del desarrollo estabilizador, se recordaba la represión sangrienta del 2 de octubre de 1968, a ello habría que agregar las crisis económicas recurrentes que iniciaron con Luis Echeverría.
El régimen priista ya presentaba fisuras, el Frente Democrático Nacional se convertía en una seria amenaza contra la hegemonía del PRI. En Michoacán la oposición que encabezaba el ex gobernador Cárdenas Solórzano arrasó, se llevaba 12 de trece diputaciones federales y la fórmula al senado. La movilización fue novedosa porque en esos tiempos se trataba de un asunto atípico.
La noche del 6 de julio la noticia fue que se cayó el sistema de cómputo, el secretario de Gobernación fue Manuel Bartlett Díaz, el señalado político cambiaría de piel años después para ser parte de la llamada Cuarta Transformación.
En nuestro país se escamoteaba la democracia, el partido hegemónico hacía de las suyas y el triunfo electoral, con serias dudas y señalamientos, correspondería a Carlos Salinas de Gortari, de manera inobjetable decían los priistas a través de su dirigente nacional Jorge de la Vega Domínguez.
La administración de Salinas de Gortari inició con algunas reformas constitucionales como la del artículo 27 y 130 de nuestra Carta Magna, al final el PAN respaldó las iniciativas del PRI, ahí se comenzó por afirmar que hubo concertacesiones por dicho binomio partidista
Actualmente el escenario de la política mexicana difiere del que se tuvo hace 37 años, la desmemoria no ha borrado los registros de lo acontecido aquel 6 de julio, la alternancia ha sido una característica, la normalidad democrática se hizo presente con todo y las deficiencias en nuestro país en donde prevalece un evidente desdibujamiento ideológico, ningún régimen será perfecto aunque si debe mejorar porque es posible, además de necesario. No sería conveniente tener de nueva cuenta un partido hegemónico porque el autoritarismo riñe directamente con la democracia, es decir no se trata de imponer un pensamiento único. Al final del día la discrepancia es un valor de la democracia.