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lunes, agosto 4, 2025

LASTRES

La historia de la humanidad está escrita, en gran medida, a través de las guerras, la explotación del hombre y por grandes calamidades; esto implica que la violencia ha sido una constante como se puede constatar en nuestros días de balas e incertidumbre galopante, entre debates infructuosos, huachicol y demás lastres.

Parece que no amaina el clima de crispación que deriva de una polarización que se ha prolongado, la impunidad en muchos casos parece incrementarse y ello genera un cuadro patético en donde se buscan respuestas que no se encuentran.

La percepción establece que la violencia no disminuye, lo mismo se ha asesinado a ediles que a personas de diferente extracción, los feminicidios por igual. Tenemos años con una dinámica sumamente compleja, los experimentos de los últimos gobiernos fracasaron en ese sector como lo ilustró en su momento la guerra contra el narco de Felipe Calderón. Fue una buena intención sólo que sin táctica ni estrategia exitosa.

Es evidente un déficit en materia de justicia en nuestro país y un superávit de impunidad, ello provoca serios problemas en nuestro ecosistema social, habría que agregar actitudes y conductas que utilizan el racismo y el clasismo de forma bastante agresiva.

Nuestra clase política parece no dar pie con bola, la diatriba es una prenda común, por ello el encono se mantiene para dejar de lado lo verdaderamente importante, es decir combatir a fondo los auténticos lastres que corroen a nuestro país, la impunidad, corrupción, ineficiencia y el desprecio al estado de derecho.

No es tiempo para levantar las banderas partidistas, en todo caso las causas y consecuencias de los grandes males deben asumirse como argumento para enfocar la atención y acciones porque el desgaste del tejido social avanza inexorablemente.

El diagnóstico en torno a nuestro país es claro, los efectos se sufren y hace falta algo más que voluntad, tejer consensos para retomar la práctica de una auténtica política que vaya más allá de la crispación.

En muchos casos parece que la capacidad de asombro se petrifica, para algunos integrantes de la clase política parecen no inmutarse ante las tragedias que se suscitan cotidianamente, lucen indiferentes como si se tratase de la más simple normalidad y como tal no entraña novedad alguna.

No hay soluciones mágicas, nadie está obligado a lo imposible, sólo que el estado mexicano debe perseguir delitos y proteger derechos, eso lo establecen las leyes, eso lo contempla el pacto social.

El fenómeno de la inseguridad mantiene la presencia estentórea en nuestro país, las noticias a diario dan cuenta de tales sucesos, lo que evidencia la falta de políticas públicas efectivas que combatan de raíz ese esperpento de la condición humana, aunque parece que a muchos sólo les importan las efímeras coyunturas políticas, es decir la ruindad.

Vamos de escándalo en escándalo, en muchos de ellos aparecen los cuadros políticos como es el caso del senador Adán Augusto López Hernández y su ex secretario de Seguridad Pública en los tiempos en que despachó como gobernador de Tabasco. Los políticos que vacacionan en lugares de ensueño e imposible de visitar a la inmensa mayoría de la población. A veces parece que la incongruencia es ya lugar común.

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